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Teniente corrupto - critica de cine
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Teniente corrupto

Inmoralidad e indiferencia

Un artículo de JBA || 13 / 1 / 2010
Teniente corrupto

Reduce a sus personajes a meros títeres en los que cuesta intuir un mínimo de alma

Ni Nueva Orleáns como escenario, ni los 17 años que separan la Bad Lieutenant de Hervey Keitel de la dirigida por el alemán Werner Herzog -con la consiguiente oportunidad para actualizar formas-, han sido la excusa suficiente que Nicolas Cage intuía en la realización de un nuevo Teniente Corrupto. No ayuda a la causa que un film que vive de la constante falta de respeto de un teniente por las normas que debería defender, de su forma crónica de colocarse en las situaciones más rocambolescas en nombre del vicio, transcurra generando tanta apatía y desgranándose desde el primer fotograma, más como si su protagonista fuera consumidor de cannabis que un adicto a la cocaína. Ni cuando éste se encuentra espídico, ni cuando las circunstancias le acorralan, el personaje de Cage -que trata de resolver el asesinato de una familia entre sus achaques-, llega a ser poco más que un ser renqueante cuyo chirriante comportamiento se ahoga por la atonía del metraje.

Herzog, dirige la adaptación del libreto de un televisivo Finkelstein (La Ley de los Ángeles, Murder One), sin lograr en ningún momento dar personalidad a una producción en que lo más llamativo es cómo de manera incoherente sorprende al espectador colando tres destellos dislocados que representan los delirios que padece su protagonista víctima del exceso de drogas. Y ya.

El metraje generoso sirve únicamente para acumular andanzas que se suceden sin descanso y sin que eso evite que la platea se refugie, entre bostezos, en esa subida de listón en que el teniente reptidamente usa el poder de su placa para conseguir más droga, favores sexuales, o en la relación que mantiene con la prostituta interpretada por Eva Mendes. La falta de tapujos y moral, con tan poca habilidad en su construcción, reducen a sus personajes a meros títeres en los que cuesta intuir un mínimo de alma, de la misma forma que la falta de inspiración le quita peso como esperpento. Nada cala a un público impermeable e indiferente al tono abúlico de un director cuya cámara se mueve en punto muerto, el Cage al que vimos entre excesos alcohólicos agonizando en Leaving Las Vegas, aquí apenas es una errática marioneta de cuatro movimientos que repite hasta que el telón le permite descansar. Si apuntando al desenlace uno se esfuerza por extraer mensajes, la escena final, su silencio abrupto y agotador seguido de la sonrisa del protagonista, hace pensar que simplemente estamos ante una mala broma relatada con desgana, un proyectado monumento a la inmoralidad tan carente de significado como de mérito.

FICHA TÉCNICA DE TENIENTE CORRUPTO