El argumento no escapa de la previsibilidad en ninguno de los frentes abiertos.
Un sofisticado matrimonio neoyorquino presencia el asesinato de un personaje relacionado con el hampa. Para evitar que los mafiosos implicados decidan borrarlos de la faz de la tierra antes de que testifiquen en un posible juicio contra el homicida, marido y mujer –aunque por poco tiempo, ya que están a punto de divorciarse debido a una infidelidad cometida por él– entran en el programa de protección de testigos y son enviados a un remoto pueblecito de la América profunda.
La excusa criminal da pie por un lado a que el matrimonio reflexione acerca de su situación sentimental –no hace falta ser adivino para saber cómo se rematará todo el asunto–, y por otro origina una serie de situaciones donde los cosmopolitas protagonistas se ven inmersos en un entorno totalmente desconocido para ellos, rodeados de peligrosa naturaleza, amenazador silencio nocturno, armas de fuego y costumbres radicalmente distintas a las que solían llevar diariamente en la Gran Manzana.
El director Marc Lawrence vuelve a repetir con Hugh Grant como co-protagonista a sus órdenes, tras otros dos trabajos tan claramente inscritos dentro de la comedia romántica simplona como Tú la letra, yo la música (2007) y Amor con preaviso (2002). El británico despliega los mismos recursos gestuales que ya desde hace tiempo le han hecho merecedor de un puesto a perpetuidad dentro de este género fílmico, navegando entre los tics insufribles –mención especial para los balbuceos de su doblador español– y las frases certeras que de vez en cuando salpican el guión y nos hacen esbozar una efímera sonrisa.
Sarah Jessica Parker, por su parte, no cuenta con intervenciones tan brillantes, repitiendo a su vez el personaje que la catapultara a la fama (Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York) sin llegar a traspasar en ningún momento los límites de aquél.
El argumento no escapa de la previsibilidad en ninguno de los frentes abiertos, ni encara con brillantez la construcción de situaciones (que normalmente se basan en sangrantes tópicos referidos a las diferencias entre las grandes urbes y las poblaciones rurales). El desarrollo general de la trama pasa sin pena ni gloria, y probablemente sólo contentará plenamente a quienes ya desde el principio quieran ver con buenos ojos este tipo de cintas.
Queda, así pues, una sobria y algo insulsa revisitación de las comedias románticas que están llegando a nuestras pantallas últimamente, sin excesivo hincapié en la sensiblería ni en la astracanada, pero que tampoco dejará una huella lo suficientemente profunda como para que la recordemos dentro de un par de semanas.