La última película de Miguel Bardem supone un cambio en su carrera, adentrándose en un genero hasta ahora nuevo para él. Incautos cuenta la historia de Ernesto, un timador que ya desde niño tuvo que aprender a engañar a los demás para conseguir lo que quería. Su técnica se refinará tras conocer al Manco, un viejo farsante que le enseñará a malvivir a base de pequeñas estafas representativas de la picaresca, la parte amable del timo. Pero pronto se verá eclipsada por la estafa a gran escala y los grandes robos que Ernesto llevará a cabo apadrinado por Federico, el mayor timador que jamás haya existido.
Las cosas les van bien hasta la llegada del llamado “Mirlo Blanco”: un hombre incauto, avaricioso, y podrido de dinero. Con este gran golpe podrían retirarse, pero las cosas no serán fáciles. Hay mucho dinero en juego y muchos intereses cruzados. Pronto los timadores se convertirán en incautos, iniciándose un juego en el que el espectador es otro participante más.
La precisión con la que Bardem ajusta cada uno de los engranajes de este complicado mecanismo es la de un artesano, regalándonos uno de los mejores films españoles de la temporada. La influencia de otras cintas como Nueve Reinas, Sospechosos Habituales o Los timadores se deja notar expirando un aroma propio, una personalidad única, que deja al espectador pegado a la butaca durante sus casi dos horas de metraje.
El sentido del ritmo y la agilidad de la película se consigue a través de la voz en off y de largos travellings, acompañados por la omnipresente banda sonora (con atención al tema central interpretado por Bebe).
El hecho de que los dos principales personajes se llamen como los actores que los interpretan (Ernesto y Federico) no es casual. El director pensó desde el primer momento en ellos para hacer el papel, y se los imaginó hechos a su medida. El resultado no puede ser mejor, brindándonos ambos unas interpretaciones esplendidas, sólo superadas por la de Victoria Abril. Sus actuaciones, un guión más que correcto y una dirección solvente quedan empaquetados por una factura impecable como perfecto envoltorio para un regalo a la cartelera.