Ferviente admirador de Bob Fosse, el cineasta Rob Marshall se atreve con otro montaje teatral de Broadway tras el éxito cosechado por Chicago. Nine es la adaptación de la obra del genial director italiano Fellini, y suponía un nuevo reto para el director de Memorias de una Geisha al tratarse de la ganadora de cinco premios Tony, si bien tras la mencionada Chicago las ganancias parecían aseguradas.
Para su misión, el cineasta ha contado con un reparto de campanillas -tanto es así que si unimos los premios del elenco nos salen ni más ni menos que siete Oscar de interpretación-, todo para llevar a buen término los avatares de Guido Contini (Daniel Day Lewis), un admirado director italiano en medio de una desesperante crisis creativa.
Al igual que el citado Fosse, imprescindible coreógrafo y singular director entre cuyos mayores aciertos se encuentran títulos como Cabaret o All that jazz, Marshall posee un sentido de la espectacularidad imprescindible para el desarrollo de un género como el del musical, aclamado durante décadas. Pero si Fosse u otros como Baz Luhrmann cultivaron un estilo más recargado, Marshall se decanta por una concepción visual algo más sencilla y sofisticada, dominada por una sensualidad que acapara toda nuestra atención.
En ese sentido, cabe volver sobre una pregunta que irremediablemente se repite ante una producción de este tipo: ¿pesa más un reparto de lujo en el que cuesta creer que los actores sean los verdaderos artífices de esas espectaculares voces, o un elenco compuesto por profesionales del medio de la talla de Gene Kelly y tantos otros?. Visto el resultado, la preferencia es evidente, como atestiguan las interpretaciones -a las que más bien cabría calificar de breves apariciones estelares- de Nicole Kidman, Penélope Cruz, Judi Dench, Kate Hudson... Todas ellas componen a golpe de canción -más o menos representativa del momento vivido con el hombre que les quita el sueño- un mero divertimento sin ánimo de reactivar el género que se ve sin apenas esfuerzo, ante la falta de una historia que implique al espectador más allá de los corsés que se reúnen en la pantalla.
En cuanto a la eficacia de los números musicales, solo encontramos dos que se acerquen a lo que verdaderamente se entiende por musical de renombre, siendo estos los capitaneados por Fergi, miembro del grupo Black Eyed Peas y el segundo número de Marion Cotillard, cuya frescura se agradece. El resto se limita a hacer lo que puede.
Mención especial para un elegante Daniel Day Lewis, heredero del papel rechazado por Javier Bardem, como omnipresente figura deseada por las mujeres que han significado algo en su vida. No obstante, el guión firmado por Michael Tolkin y el fallecido Anthony Minguella se ha adaptado limitando las posibilidades de originalidad que esta gran producción merecía.
Nine era esperada como un festín para los sentidos, objetivo que no ha acabado de conquistar de manera literal. En cualquier caso, el filme posee aciertos como producción de glamour para la próxima gala de los Oscar... que para eso están.