Lástima que la torpeza del realizador no logre insuflar vida a un argumento que daba para poco más de media hora.
El género de terror sigue explorando nuevos caminos, y tras la decepcionante Paranormal activity surge una nueva vuelta de tuerca relacionada con los fenómenos extraños. En este caso, la cinta que aquí nos ocupa trata el tema de las abducciones por parte de seres extraterrestres.
Al principio de La cuarta fase se nos advierte de que lo que estamos a punto de presenciar es una reconstrucción de los hechos acaecidos en Alaska hacia el año 2000. Abbey Tyler (Milla Jovovich) es una psicóloga que comienza a descubrir inquietantes conexiones entre los recuerdos subconscientes de varios de sus pacientes, ya que de las pistas que se desprenden de sus testimonios se podría aseverar que han padecido secuestros a manos de alienígenas. La doctora protagonista se pregunta hasta qué punto todo aquello guarda alguna relación con la misteriosa muerte de su marido, algún tiempo atrás.
En primer lugar, es necesario subrayar que no estamos ante un título de terror al uso. El director y guionista Olatunde Osunsanmi juega a crear un ritmo más propio del horror psicológico, a mitad de camino entre diversas referencias que van acudiendo a la mente del espectador, entre las que se hallan claramente la serie televisiva Expediente X, las morosas películas de M. Night Shyamalan o el sensacionalismo vacuo del programa “Cuarto milenio”.
Lástima que la torpeza del realizador no logre insuflar vida a un argumento que daba para poco más de media hora, alargando hasta el infinito una historia que cuenta con pocos momentos destacados –apenas un par de sustos repentinos muy poco trabajados–, y que a buen seguro tendrá un tremendo efecto sedante sobre quienes espere más acción o reflexiones de mayor enjundia. La turbadora música de fondo, a fuerza de no dejar de sonar en todo momento, acaba por saturar y resulta contraproducente.
Además, en su empeño por convencernos de la veracidad del relato, estamos constantemente viendo imágenes supuestamente reales que se van entrelazando con otras creadas expresamente para la cinta, teniendo así a todos los personajes desdoblados entre el actor que los representa y las grabaciones de archivo donde aparecen ellos mismos. Con el aviso inicial bastaba para que fuéramos conscientes de la pretendida sinceridad acerca de lo narrado, así que el abuso indiscriminado de recursos tales como la pantalla partida, los múltiples rótulos sobreimpresos –recordándonos que se han cambiado los nombres de los implicados– o las imágenes originales que aparecen en la pantalla sólo logran sacarnos de la historia cada pocos minutos. En vez de La cuarta fase parece que estemos presenciando su making of, y así no hay forma posible de que nos asustemos en condiciones.
Entre el aburrimiento y el desinterés se llega a una conclusión que no sirve para esclarecer demasiado los hechos –¿o es que acaso los extraterrestres son lechuzas?–, y donde se nos dice que ahora queda en nuestras manos lo que queramos creer. Sabiendo que Universal ha tenido que pagar una multa de 20.000 dólares por difundir noticias falsas sobre abducciones que ayudaran a la promoción de esta película, y que al parecer todo el material de archivo que aparece en pantalla tiene bien poco de veraz, ciertamente deberíamos creer que sus responsables han actuado con una tremenda desfachatez para conseguir atraer al mayor número de espectadores a las salas.