La trama transcurre paseándose a sus anchas por todos los arquetipos del cine de espías intentando desbrozarlos cómicamente, lo que no suele conseguir.
De todos es sabido que en las artes escénicas, el género más complejo para brillar, poner en pie y hacer que funcione, es la comedia. Mientras que en el drama o en el musical, por poner dos ejemplos, basta con que alguien se dedique a llorar o a cantar para que el efecto empático surta su efecto en un porcentaje bastante alto de público, la comedia no funciona con la misma facilidad.
La risa no se puede fingir, es compleja, y el mismo hecho de ver a alguien reir sin entender por qué, puede provocar un efecto contrario al deseado en el espectador. Ese "¿de qué se reirá éste?" tan temido, o el "pues no tiene ninguna gracia" son dos respuestas con las que la comedia debe enfrentarse en cada secuencia de una película.
OSS 117 es un alter ego francés del 007 británico de Ian Fleming. Y esta cinta una nueva parodia de sus películas en lo que va camino de convertirse en un subgénero dentro del del cine de espías en sí que ya representa la saga 007. Perdido en Río es la segunda de sus aventuras tras la estrenada en 2006 titulada "El Cairo, nido de espías"; ambas están dirigidas por el joven Michel Hazanavicius, actor, guionista y director de comedias francés.
La continuación del personaje en una segunda entrega sin duda se debe a cierto éxito en su país originario. De hecho, el mayor filón de su humor reside en ridiculizar los tópicos sobre los franceses, sus costumbres galantes y su cultura refinada. El personaje de OSS 117 es sólo fachada, planta, la imagen estereotipada hasta el límite de un galán de la época bajo la que se esconde un perfecto inútil de ideas retrógradas y anticuadas.
Rodeado de una recreación de época notable, la de los primeros años 70, y con una realización que imita con bastante acierto a la de las películas de entonces, la trama transcurre paseándose a sus anchas por todos los arquetipos del cine de espías intentando desbrozarlos cómicamente, lo que no suele conseguir. Uno de los secretos de la comedia es que en ella debe conjuntarse sentido, inteligencia, imagen y tempo. Y aunque la cinta escrita y dirigida por Hazanavicius logra algunas de estas virtudes, nunca las consigue todas bien conjuntadas, dejando a la mayoría de gags cojos de alguna virtud.
También conviene recordar que la risa más contundente y efectiva siempre surge de un hecho disparatado en un entorno serio: una caída en una boda, una flatulencia en una reunión de empresa, la respuesta ilógica de un niño en un examen... OSS 117: Perdido en Río da la sensación de querer poner la comedia en oferta, ya que pretende que todo, absolutamente todo lo que suceda en pantalla sea divertido: los personajes, los diálogos, la situación, el vestuario, la realización, la música... consiguiendo que la aglomeración de factores fulmine la diversión.
A pesar de que hay algún gag que podía haber sido memorable, como el del comandante nazi (interpretado por Rüdiger Vogler) recitando el monólogo del judío protagonista de "El Mercader de Venecia", el conjunto resulta descafeinado e infantil, desaprovechado en su fondo a pesar de la buena factura técnica de su forma.
No nos queda más remedio que recordar de nuevo a Billy Wilder, cuya película El apartamento sigue siendo un manual de la comedia en el cine. Si repasásemos cada una de su secuencias encontraríamos que, dentro de una trama seria, dramática, se daban situaciones divertidas donde en cada ocasión únicamente se explotaba un factor cómico: el diálogo, o la situación, o el personaje, o el tempo narrativo en el que sucedían los hechos.