Impúdicamente se anunciaba su estreno interrumpiendo los títulos de crédito de la primera parte (estrenada a finales del pasado año), en forma de trailer de obligado visionado para quienes ya habían tenido una experiencia lo suficientemente estresante.
Pero a pesar de que esta continuación se basa en la reincidencia, en una mecánica idéntica de presentación de personajes nipones con los días contados -y contados en forma de sustos-, ésta supera con su pulido a la anterior haciendo de aquella un instrumento de prácticas para su desarrollo.
Sin que quede claro en ningún momento el origen de la maldición ni los criterios de su expansión y "contagio" (o incluso quedando menos claro de lo que parecía), lo que si se ha logrado es un remate y afinado de estructura que aprende de sus logros anteriores para lanzarse a explotarlos con cruel descaro.
Desde muy pronto, cumplidos apenas unos minutos, una forma de miedo basada en la aprensión, en una ubicación de elementos dislocados en espacios pequeños ,volverá para perfeccionar método. El lugar más extraño e impensable, en el momento más crudo, dará imágenes huérfanas de sangre pero repletas de aversión desalmada. Si bien hay un uso descarado de recursos algo manidos -la tez mortecina y amoratada, el pelo salvaje cubriendo el rostro, los movimientos ortopédicos y bruscos del cadáver que vuelve desde un lugar funesto- el jugo que se saca a las figuras creadas alcanza momentos de lucidez aterradora. Además, el esquema temporal, los saltos y cómo en su avance secuencias explican despiadadamente planos anteriormente cojos, demuestran como toda la producción de ésta segunda Maldición ha sido estudiada al detalle partiendo de lo aprendido previamente. Eso sí, ayuda la carencia de complejos, con la cual el ritmo in crescendo es capaz de llegar al mal gusto en escena parturienta de embarazo siniestro con un final apropiado para el estilo de sus creadores. Por más que probablemente sean otras las escenas, otras que es mejor no nombrar (y que es mejor olvidar) las que nos acompañarán al tratar de conciliar el sueño.
Como apunte final, un dato. Takashi Shimizu, director de ambos episodios, repetirá en el remake de la versión estadounidense. Sam Raimi se encargará de producirla.