Este pasado fin de semana se ha celebrado en Madrid una nueva edición del Festival de Cine Fantástico Sy-Fy (antes Sci-Fi) que es lo más parecido al Festival de Cine de Sitges que se puede encontrar fuera de Sitges.
Los que procuramos ser habituales del festival catalán celebramos estos días en Madrid un pequeño reencuentro con el cine fantástico hasta la nueva edición que se celebre en octubre, de hecho, el Festival Sy-Fy suele traer a las pantallas madrileñas algunas de las películas de Sitges y del festival dedicado también al género en San Sebastián. Y no sólo lo que llega desde allí son las películas, también la reunión de la gente aficionada y el ambiente freak y desenfadado que prima en la ciudad costera y que es uno de sus principales alicientes: nadie es extraño en una sala de cine en Sitges durante el festival, por freakie que sea.
Y es que es frecuente entre este público espontáneo y honesto comentar las escenas de las películas en voz alta (ojo, hay que ser extremadamente ingenioso, si no lo eres tus correligionarios te repudiarán), abuchear la ñoñeria de algún diálogo fácil o vitorear las escenas de efectos especiales mejor realizadas, aunque se trate de la amputación de algún miembro en primer plano.
Y fue este detalle de aplaudir incluso en los créditos inciales de una película, cuando te percatas del nivel de conocimiento del género que tienen sus seguidores. En mi primer viaje al Festival de Sitges me sorprendió que el cine se viniese abajo aplaudiendo, por ejemplo, el logotipo de una compañía productora, la de los Estudios Ghibli. Luego supe que ese es el logo de la empresa fundada por Hayao Miyazaki y que el muñeco que la ilustra no es otro que el simpar Totoro (pronúnciese tótoro, como suena en japonés) protagonista de una de sus mejores películas.
En las siguientes ediciones he seguido con interés estos aplausos iniciales como fuente de conocimiento del fantástico. Entre esos nombres aparecía en algunas ocasiones el de Greg Nicotero, no muchas, ya que su oficio, los efectos especiales y visuales, no son de los que se inscriben al comienzo de las películas.
No le presté mucha atención en su día hasta que hace unos tres años vi en la programación de Sitges que el tal Nicotero daba una charla magistral sobre su oficio. De hecho, por su labor, suele ser habitual que asista al festival, pues no es extraño que esté involucrado en más de una de las películas que se proyectan.
En la sesión sorpresa de aquel año, el festival se descolgó con una copia aún no muy pulida en postproducción de Hostel, dirigida por Eli Roth y producida por Quentin Tarantino. La verdadera sorpresa fue que ambos estaba allí para presentar la película y, entre otras cosas, entregar un premio homenaje a Greg Nicotero, ante el que ambos se arrodillaron al hacerle entrega de la estatuilla.
Greg Nicotero es el responsable de que todos los miembros amputados, carne masacrada, cabezas reventadas, heridas sangrantes y masacres intestinales que hemos visto en el cine fantástico y de terror de los últimos treinta años sean creíbles. Y no es poco, creedme.
El público de Sitges y de SyFy, tan exquisito en este tipo de gustos, así lo entiende, y no duda en premiar con un breve aplauso su aparición en los títulos como agradecimiento a esos treinta años de oficio y más de ciento veinte películas en las que ha participado.
Porque si todavía queda alguien que se pregunta por qué es tan caro hacer una película, en el oficio de las gentes del cine como Nicotero puede encontrar una respuesta: es muy difícil construir una fantasía para que parezca realidad.