Tras no conseguir entusiasmar excesivamente a público o crítica con alguna sus últimas producciones –Monstruos contra alienígenas o Shrek Tercero–, la factoría de animación de Dreamworks vuelve a la carga con una cinta que ha logrado desbancar de gran parte de las salas de proyección en 3D a la hasta ahora omnipresente Avatar de James Cameron.
Adaptación de un libro infantil de Cressida Cowell, Cómo entrenar a tu dragón nos sitúa en una aldea vikinga que se ve periódicamente atacada por una bandada de dragones que la arrasan hasta sus cimientos. Sin embargo, los testarudos guerreros nórdicos se resisten a abandonar el que ha sido su hogar desde tiempos inmemoriales, plantando cara a dichas criaturas en cada uno de sus embates. No es de extrañar, por tanto, que hayan convertido los enfrentamientos con esos enormes reptiles alados en todo un arte, contando tanto con manuales teóricos como con una sala de entrenamiento para saber cómo lidiar con un problema de tales magnitudes.
Hipo, el hijo del jefe de la tribu, marca la diferencia en la aldea, ya que no encaja con la imagen ruda ni con la mentalidad agresiva de sus congéneres. Cuando se acerca el momento de matar a su primer dragón –para así poder entrar en la edad adulta–, el encuentro casi fortuito con uno de los seres alados y el inicio de una amistad entre ambos terminará por convencerlo de que es posible el entendimiento entre humanos y lagartos gigantes.
Hay que diferenciar más que nunca las dos partes –literaria y visual– de este filme. Por un lado, el guión apenas nos ofrece nada que no hayamos visto muchas veces con anterioridad, no pudiendo o no queriendo escapar de una serie de tópicos y personajes estereotipados que pocas dudas dejan respecto al desarrollo y conclusión de la trama (aunque hay un detalle agridulce al final que dejará pasmado a más de un espectador). Pese a todo, debemos reseñar que lo que se nos cuenta no resulta especialmente irritante, derivando en un producto entretenido que, eso sí, podía haber puntuado más alto incluyendo mayores dosis de ese humor marca de la casa de Dreamworks.
Sin embargo, lo convencional de lo que se nos cuenta contrasta poderosamente con el despliegue en imágenes de la historia. Dean DeBlois y Chris Sanders, firmantes para Disney de Lilo & Stitch (2002), realizan un espectacular trabajo –realzado con el 3D– que apabulla a todos los niveles: el diseño de los distintos tipos de dragón, los vuelos sobre el mar y las nubes (nada que envidiar a escenas similares de la mentada Avatar), las escenas de combate... Se demuestra una vez más que el cine de animación sigue manteniendo su listón de exigencia muy alto.
En resumidas cuentas, estamos ante un título que no pasará a la historia del cine de animación, pero que apabulla técnicamente y no aburre, resultando altamente disfrutable por los niños y meramente agradable para los adultos.