Una telenovela barata mal filmada.
El novelista Federico Moccia se pone detrás de las cámaras por primera vez, para dirigir la adaptación de su novela más popular –un auténtico fenómeno de ventas en Italia–, además de echar una mano escribiendo el guión y procurando seleccionar las escenas más destacadas de su best seller y así crear una película que resulte digno reflejo de lo que aparecía publicado en negro sobre blanco.
Ha sido necesario el éxito de la novela también en nuestro país para que finalmente haya sido estrenada su traslación cinematográfica, que data originalmente de 2008. La razón más lógica para el retraso apunta a la nacionalidad de la cinta y a los consecuentes reparos de algunos distribuidores para traerla a nuestras salas, aunque por sus características el título que aquí nos ocupa no tenga tiene demasiado que envidiar a las ya habituales producciones norteamericanas inscritas dentro de la comedia romántica convencional y bobalicona.
Perdona si te llamo amor nos narra el encuentro de un publicista casi cuarentón (que acaba de romper con su novia de toda la vida) con una adolescente bastante irritante y alocada. De los roces iniciales entre ellos –bastante ridículos y poco creíbles– se pasará al romance más previsible, cayendo en las simas del sentimentalismo más ampuloso que podamos imaginar sin que los personajes sigan una evolución natural, para acabar rematando la historia con un subidón final de azúcar no apto para todos los paladares.
Este filme está claramente orientado para satisfacer a un tipo de espectador que disfrute con esta suerte de relatos, independientemente de la calidad con la que vengan presentados. Así pues, sólo ellos sabrán perdonar una realización televisiva digna de cualquier teleserie española para adolescentes de los últimos años, con un montaje lleno de errores de parvulario y que abusa hasta la extenuación de los hits de música edulcorada italiana (aunque bueno, por ahí suena Robbie Williams también) del momento.
También ellos sabrán pasar por alto la ausencia de química entre los protagonistas, así como la cantidad de tonterías que hacen o dicen a cada minuto que transcurre. Tampoco cabe perderles la pista a los secundarios –una auténtica multitud–, que al ser dibujados con cuatro pinceladas es imposible que escapen a los estereotipos más manidos. Costará sentir que la enojosa voz en off del narrador tiene algún sentido, aparte de ir salpicándonos con pedantes citas sobreimpresas acerca del amor (obra de Whitman, Neruda, Balzac o Shakespeare, entre otros).
El argumento transita sin rubor por terrenos dignos de la novela rosa, dando como resultado una comedia romántica efectista, empalagosa y poco natural. Mirándola con muy buenos ojos sería posible catalogarla como meramente insípida y vulgar, aunque en su contra juegan todos los tópicos y las escenas previsibles a las que da cabida, que finalmente la convierten en una telenovela barata bastante mal filmada.