No pasará a los anales del género precisamente, pero que deja en evidencia el bajo nivel de la comedia comercial hollywoodiense.
A menudo se nos olvida lo sencilla que es la receta para que una película funcione y consiga satisfacer a un espectador mínimamente exigente. La fórmula, no por obvia menos difícil de lograr, consiste en partir de un buen guión donde apoyarse, en unos cuantos rostros solventes que cimienten las aventuras y desventuras de los personajes principales, contando por último con una narrativa que se ajuste a cada tipo de relato que va a ser llevado a la pantalla.
Si en meses recientes ¿Qué fue de los Morgan\? o Exposados –intentos de hacer comedias de acción protagonizadas por matrimonios o similares– fracasaban de manera estrepitosa en algunos de dichos puntos, ofreciendo un producto deficiente, es agradable toparnos con un estreno como Noche loca, donde se conjugan en la proporción adecuada los tres elementos arriba citados, para así obtener un resultado que no pasará a los anales del género precisamente, pero que deja en evidencia el bajo nivel de la comedia comercial hollywoodiense.
Partamos de un guión aparentemente sencillo. Un matrimonio algo hastiado de su rutina cotidiana decide pasar una noche de viernes en Nueva York, sólo para verse confundidos por otra pareja y acabar huyendo de un par de matones que buscan desesperadamente algo que creen que ellos tienen. El camino hacia la resolución del conflicto no es excesivamente lioso, y viene salpicado por una serie de secundarios (interpretados por James Franco, Mark Wahlberg o Ray Liotta) que ofrecen cierta variedad a la trama. Tampoco son desdeñables los diálogos, algunos de los cuales consiguen hacernos esbozar sonrisas o leves carcajadas.
En cuanto a los protagonistas, Tina Fey y Steve Carell son más conocidos por sus papeles televisivos (Rockefeller Plaza y The office, respectivamente) que por sus intervenciones en cine, de ahí que al menos aporten la baza de la frescura en un género donde la variedad de rostros siempre es de agradecer. Además, ambos se ajustan a sus personajes como un guante –siempre dentro de los registros que ya les hemos visto en las mentadas series, eso sí–, logrando que la película sobreviva en gran medida gracias a su química, su expresividad y al tipo de humor con el que les tenemos asociados.
Finalmente, sorprende que Shawn Levy (realizador de Recién casados, La Pantera Rosa y las dos partes de Noche en el museo) sea capaz de ajustar su estilo narrativo para acabar dando con una comedia correcta, algo limitada y no demasiado original, pero que en gran parte de su metraje cumple el siempre arduo reto de entretener con cierto agrado y conseguir arrancar unas risas al espectador, sin caer en lo pretencioso ni en las escenas sensibleras de turno.