Venía cuidando su trayectoria en el cine, excusada esta en su naturaleza de hobby para descansos musicales, y su paseo por el lado independiente le había dado en su discreción un cierto respeto. Pero en la elección del momento para dar el salto, Jon Bon Jovi se habrá dado cuenta de lo que supone estar en un mundo nuevo sometido a sus propias reglas. Difícilmente se le podría haber engañado con su experiencia en el mundo del trapicheo más industrial, pero al amparo del abuso del nombre de Carpenter, confió en ese dato y se aferró para el sonoro patinazo.
Líder de una pandilla basura de serias similitudes Torrentinas, la producción del renombrado director de la primera parte es un despropósito constante, una sorprendente exhibición de falta de perspectiva que con toda lógica anuló los planes de estreno en la gran pantalla en el otro lado del charco. Inevitable pues su salida directa a Video/DVD, su aparición en nuestros cines obedece a los mismos motivos que han traido a la Driven de Stallone (rodada hace ya un par de años) para coincidir con momento de la Fórmula 1 del Sr.Alonso: la visita exitosa del rockero en concierto a nuestro país podría dar sus frutos en taquilla.
Si esta última duró una semana, la irrisoria aventura vampírica de este repertorio de desubicados -que incluye al tontaina hijo de familia de "Cosas de Casa" y a un culturista de supuesto Padre religioso- es pasto para el olvido. Lo único que podrá reseñarse es que a costa de las aspiraciones cinéfilas de una estrella musical, se sacaron unas risas de burla en donde no se buscaban, y que el difícil trabajo de montar el metraje, no consiguió con su inginieria de fundidos a lo ´road movie´, dar coherencia a las lagunas a que se veía forzada. A su lado, la primera parte era un peliculón.