Si una película hay que juzgarla por los aplausos que le devuelve la audiencia tengo que advertirles que ésta ha sido la más aplaudida que he visto este año. El público estaba formado por jóvenes y adolescentes y no se puede negar que Malas chicas les gustó.
Cuando un género no está bien visto muchos críticos tienen la mala costumbre de poner a caer de un burro todos los largometrajes que pertenecen a él. Me extrañaría que esta cinta arranque comentarios laudatorios a la crítica, sin embargo merece la pena analizar porque al acabar Malas Chicas el público aplaudió.
Malas chicas destaca entre la mayoría de películas sobre adolescentes americanas por dos motivos. El primero es que se centra en la adolescencia femenina, relegando a un segundo plano a los chicos. La diferencia no es baladí, porque cambia por completo la temática. Las comedias de chicos se basan en tirarse a una chica; esta comedia de chicas, se basa en ser más guapa y popular que la otra y robarle el novio a ser posible. Un animal mucho más político la mujer. Las protagonista (Lindsay Lohan )y antagonista (Rachel McAdams) de esta historia rivalizan por ser la abeja reina del instituto, y en el intento maquinan toda una serie de maquiavélicas y divertidas estrategias. Cady Heron sufre una total transformación y aprende, proviniendo con verosimilitud de la más absoluta inocencia, a ser lo que un espectador definió durante la proyección como “zorra”.
La segunda cualidad es que estamos ante una película que adapta con gran sentido del humor las tesis de un ensayo, Queen Bees and Wannabes de Rosalind Wiseman sobre el mundo de las chicas adolescentes. El libro, avalado por el New York Times, ha sido un auténtico bestseller que ha dejado tiritando a las madres estadounidenses. Tina Fey, ganadora de un Emmy y jefa de guionistas de Saturday Night Live, sabe encontrar el punto de equilibrio entre un guión plagado de gags que funcionan entre jóvenes y adultos, una inteligente caricatura de la adolescencia americana, (que se parece cada día más a la nuestra), y el planteamiento de una tesis. Fey, también presentadora del late night show, interpreta convincentemente el papel de la profesora Norbury, gracias en buena medida al texto que ella misma ha escrito.
El director Mark Waters no ha querido hacer una American Beauty y no renuncia a los personajes tipo, las situaciones tópicas y la moralina cliché de las historias de instituto americano. Sin duda será un lastre para parte del público, pero no para quien ya haya reconocido en el cine de adolescentes un género con unas reglas y que en su fina trasgresión encuentra sus mejores momentos.