Un filme sólido, rico y bien filmado aunque profundamente desconcertante.
Un estreno dirigido por el veterano director francés André Téchiné siempre debería ser bien recibido. Su última pieza, en particular, por contener dos de esos nombres de la galería francesa que tanto prestigio le confieren a cualquier producto. Estamos hablando de Catherine Deneuve y Michel Blanc. Si además, le añadimos el hecho de que el filme contiene una lectura de denuncia social pasada por el tamiz del realizador, su llegada aún resulta más afortunada. Para más señas, está basada en una obra de Jean-Marie Besset, que radiografiaba uno de los acontecimientos que más polarizaron la opinión pública del país galo, la de una muchacha que se hizo pasar por víctima de un ataque antisemita.
Téchiné ha cogido el texto para apropiarse de la historia para plasmar un estudio de caracteres. Si hay un rasgo que define a la perfección La chica del tren es su imprevisibilidad, que se convierte en la mayor virtud y el mayor obstáculo del producto. Téchiné pretende que la vía por la que transita su vehículo de alta velocidad contenga paradas extraordinarias, giros extrañamente repentinos y hasta vueltas de campana. En su recorrido, Téchiné, como experto conductor del suspense que es, pretende que la atención del pasajero no decaiga ni un solo segundo, por lo que sus vericuetos argumentales nos trasladan a una multiplicidad de géneros, ideas y subdesarollos. No cabe duda de que el realizador ha querido envolver a su público en un viaje arriesgado.
Como ya es costumbre en su filmografía, presenta unos individuos ambiguos cuya mirada siempre oculta más de lo que aparentemente se muestra. Aquí deja el peso de mayor envergadura sobre la joven Émilie Duquenne, una muchacha que vive con su madre y cuya búsqueda de empleo resulta desafortunada. El itinerario tomará las pertinentes bifurcaciones a la par que nuevos rostros aparecen en pantalla. Será a partir de este punto del trayecto donde Téchiné maneje el volante a su antojo para conducir al espectador a un destino que sólo él conoce.
El resultado es un filme sólido, rico y bien filmado aunque profundamente desconcertante. Nunca llega a descubrir las verdaderas motivaciones de la joven ni logra un trazado completo de las circunstancias y las consecuencias que expone. Quizás Téchiné decline dar respuestas fáciles o rechace ofrecer conjeturas simples puesto que tampoco se explicitan las razones de los personajes-satélite que se ven implicados en el suceso. Si bien el realizador sabe llevar con su rigurosa buena mano, la de siempre, todo lo que acontece y demuestra su poder como gran narrador de historias, no logra que su ejercicio se focalice en una conclusión, sino que deja que su tren siga dando vueltas sin llegar al final del trayecto.