La situación política en EEUU se encuentra en su momento de apogeo. En plena campaña electoral, se ha producido el primer vuelco en las intenciones de voto y George Bush Jr., le pese a quien le pese, se encuentra con las mejores estimaciones de los últimos meses.
Dentro de los estandartes de la oposición, Michael Moore no se pierde una en su particular campaña. En toda manifestación anti-Bush él está en primera fila, y el trabajo realizado en su largometraje Fahrenheit 9/11 es una de sus mayores bazas para cumplir con la advertencia que anunció en la pasada edición de los Oscar, tras alzarse con estatuilla por Bowling For Columbine.
Precisamente para cumplir con ese anuncio -retirar al tejano de dudosa competencia de la Casa Blanca- la vigente edición de los Oscar se queda sin su participación: Moore ha decidido renunciar voluntariamente para así permitir que el documental se proyecte en las televisiones antes de la campaña y tratar en lo posible de condicionar el voto (además, el DVD se pone a la venta en EEUU el 5 de octubre).
Puede que esté menguando las posibilidades de aumentar su palmarés. En todo caso será una gran forma de seguir con su objetivo y poner a prueba al electorado americano.