Hace ya la friolera de quince años que la aventura animada de unos juguetes que cobraban vida en el cuarto de un niño cuando este no estaba presente nos dejó a todos los espectadores impresionados. Acostumbrados como estábamos al cine de animación de Disney, calculado, conservador, extremadamente correcto, este chorro de imaginación y rebeldía para todas las edades enfrentado al estereotipo hizo que nos fijáramos con interés en su firma. Y allí ponía: Pixar.
No tardó en aparecer un duro competidor: las aventuras de un ogro cuya autenticidad le llevaba a buscar el reverso oscuro pero humano de la mayoría de los cuentos infantiles más populares. Esta vez sí que el disparo apuntaba directamente a la línea de flotación de Disney. Shrek era una bofetada al bucólico, irreal y maniqueo mundo de los cuentos de hadas generados anualmente por la factoría del genio congelado. En los créditos aparecía un nombre que ya nos era familiar: DreamWorks.
Han pasado quince años, como decía, pero parecen ciento cincuenta. Por el camino ha quedado la animación sin uso del ordenador como una reliquia para artesanos. Disney despidió a todos sus empleados 2D a los pocos meses de estrenarse Toy Story. También cayó el mito de que en un película para niños los adultos se aburren, ya hemos visto lo efectos de Up o Wall-E en el público maduro. Incluso la Academia de Hollywood tuvo que plegarse ante tanta excelencia creando el Óscar a la Mejor Película de Animación. Todo un hito.
Este verano hemos recibido la noticia de que tanto la saga Toy Story como Shrek podrían llegar a su fin. Los motivos podrían ser varios, como el agotamiento argumental de unos héroes, sobre todo en el caso de la última entrega de Shrek, que ya se acercan peligrosamente a imitar el modelo que criticaban. El desembarco del 3D también espolea a los creativos de ambas compañías a buscar nuevas fronteras que nos asombren otra vez frente a la pantalla sin abusar ni echar mano de los modelos ya creados.
Sin embargo, Pixar ha roto su promesa de no hacer secuelas de sus películas exceptuando la fundacional Toy Story. El año que viene se estrenará Cars 2 y contará entre sus artífices con John Lasseter, uno de los magos de este fenómeno animado tras un período a cargo de los proyectos de Disney, compañía con la que Pixar ha mantenido una fructífera pero complicada relación. La situación económica les hace ser prudentes, echar anclas y asegurar durante unos años los ingresos necesarios para abordar el futuro. Así que nada mejor que echar mano de Rayo McQueen y sus amigos para que protagonicen una carrera alrededor del mundo, toda una fuente de ingresos en merchandising.
DreamWorks no hará otra secuela de Shrek, pero recurrirá al truco del spin-off de uno de los personajes de la serie, El Gato con Botas, para comenzar una nueva franquicia que nos mantenga atentos a las pantallas. Bien, no es una secuela en sí, pero se adivina también la jugada asegurando que al menos el noventa por ciento del público de Shrek acudirá a ver la aventura de unos de sus personajes con más pegada.
Woody y Shrek, Buzz Lightyear y Gato con Botas... a todos los vamos a echar de menos. Aunque estas despedidas ya empiezan a resultar más efímeras que la de los toreros o los cantantes. Las últimas entregas de Toy Story y Shrek han funcionado de maravilla en la taquilla americana y es casi seguro que suceda lo mismo en las del resto del mundo. Pixar ya ha anunciado que Toy Story continuará con un corto el año que viene para acompañar el estreno de Cars 2. ¡Ay, qué bien lo cantaban en Cabaret! ¿Recuerdas?: "Money makes the world go around, the world go around..."