Sucesión extenuante de zombis con cabezas que explotan, batallas interminables y otras lindezas.
En los últimos años se ha vuelto a abrir la brecha para revitalizar el cine de terror zombi que tanto furor causó en las décadas de los 70 y 80. Prueba de ello son los infinitos remakes que llegan, algunos con mayor fortuna que otros. Aún permanece en la memoria, por ejemplo, la revisitación encarecida y muy acertada de The crazies, que podíamos ver tan sólo hace unas semanas. Hemos de suponer que esta veda revivalista es la explicación más plausible para justificar el motivo del estreno de este filme noruego entre nosotros, pues bien debería haber pasado a distribuirse en DVD, directamente a las máquinas expendedoras de cualquier videoclub de barrio.
Si de por sí resulta extraño que la cinematografía noruega, poco dada a excesos y bromas pesadas, le dedique un hueco a esta producción de presupuesto infame, la sorpresa es mayúscula cuando contemplamos que se trata de una propuesta absurda que se alarga hasta los 90 minutos de rigor con infinidad de secuencias reiteradas cuya peor lacra es la ausencia absoluta de imaginación.
Su argumento es simple. Un grupo de jóvenes esquiadores tendrá que enfrentarse a una horda de zombis nazis, como bien anuncia el título. La escabechina está servida. Si bien el exceso siempre ha sido lo que motivado el cine gore y ha sabido hacer buenos maridajes con la comedia paródica y grotesca, el filme aquí presente intenta desesperadamente asemejarse a esa saludable mezcla de géneros que porponían las obras canónicas del cine de zombis. Su referente más inmediato parece ser la Posesión infernal de Sam Raimi, o incluso las películas iniciales de Peter Jackson.
Sin embargo, lo que se encuentra el espectador es una sucesión extenuante de zombis con cabezas que explotan, batallas interminables y otras lindezas que no encuentran sustento en ningún momento del relato. Esto sucede porque la película falla a diversos niveles. Si pretende ser una comedia autocaricaturizada con pretensiones de resultar un refrescante entretenimiento veraniego, resulta aburrida y cansina. Si pretende ser una obra de cine gore que le inyecte dignidad al género, el fracaso es aún mayúsculo.
Todo lo que puede ofrecer esta cinta es un grupo de actores que parecen recién sacados de una escuela de teatro amateur, unas secuencias atropelladas que carecen de sentido del ritmo y una fusión de géneros insalvable que no termina de encontrar su tono en ningún momento. Queda pues decir que la que podía haber sido una sugerente mixtura de situaciones cómicas y momentos terroríficos alcanza unos excesos que resultan extremadamente difíciles de conjugar. Por suerte, el filme no pretende ser más que eso, una broma pesada.