A pesar del reparto de campanillas y alguna secuencia de acción de cierta originalidad, el resultado es bastante tedioso y olvidable.
En el recuento de series exitosas de televisión de los 80 que aún no había sido llevada al cine faltaba la simpática El Equipo A, una serie que a pesar sus evidentes carencias consiguió estar cuatro años en pantalla y hacerse con una notable legión de fans.
En España empezó a emitirse cuando ya llevaba un par de años de andadura en la televisión norteamericana y caló en el público del mismo modo que lo había hecho en su país de origen. De una creatividad y producción limitadísimas, los capítulos de El Equipo A se sucedían calcados unos a otros, encontrando el público su mayor aliciente en la especial idiosincrasia de los cuatro protagonistas que formaban el singular grupo de soldados de fortuna del título.
Ha dado unas cuantas vueltas el proyecto de adaptación al cine de la serie entre productoras y directores. Y han sonado muchos nombres, y de los famosos, para encarnar a los cuatro miembros de El Equipo A. Finalmente, ha sido Scott Free, la productora de los hermanos Tony y Ridley Scott, la que se ha llevado el proyecto por delante, encargando la realización y guión a Joe Carnahan, un aseado director de acción que encarna todas las virtudes y todos los defectos de las películas de Tony Scott.
Así pues, El Equipo A en pantalla grande resulta ser un espectáculo hiperatrofiado y grandilocuente que resume la trama y los personajes de la serie original: unos soldados con un alto sentido del honor que se ven traicionados por la maquinaría política y de poder de su país, es decir, la CIA, viéndose degradados militarmente hasta la humillación. Su misión será restablecer su honor deshaciendo los entuertos y aventuras que se les pongan por el camino.
En su viaje hasta los 35 mm. los responsables de El Equipo A han cometido el error de desalojar el secreto del éxito de la serie. No importaba la misión a la que se enfrentaba el grupo sino cómo lo hacía y como cada personaje aportaba su peculiar caracter para conseguir la solución final: la inteligencia y liderazgo de Haníbal, las dotes de seducción de Fénix, la fuerza y habilidad mecánica y eléctrica de M.A. y la locura o pericia como piloto de Murdock.
El humor y los guiños a la inverosimilitud del plan trazado eran casi siempre el enganche de la mayoría del público a la serie, que seguía con simpatía hasta donde podían llegar los guionistas en su descacharrante imaginación para resolver el caso planteado en cada capítulo. Sin embargo, en su puesta al día de la trama para la pantalla grande, aquellos ex-veteranos de Vietnam se han convertido en ex-combatientes de Iraq que tratan cuestiones de estado demasiado serias y recientes como para lograr la relajación y disfrute pleno del espectador con las extravagancias de sus protagonistas.
De este modo, tenemos que sumar El Equipo A al grupo de series de TV que no logran alcanzar en pantalla el poder de atracción que tuvieron, como ha sucedido con Los Ángeles de Charlie (McG, 2000 y 2003) o Starsky y Hutch (Todd Phillips, 2004). A pesar del reparto de campanillas y alguna secuencia de acción de cierta originalidad, el resultado es bastante tedioso y olvidable.