La verdad os hará...
Cada uno de los actores de ‘El Bosque’ tuvo que hacer frente a un compromiso previo a la fase del rodaje. Por exigencias de Shyamalan, ninguno de ellos podría eludir las tres semanas en un campamento de época del siglo XIX con los apropiados atuendos.
En granjas históricas de Pennsylvania a día de hoy activas, se empaparon de todo lo relativo a su modo de vida, desde el tratamiento del cuero al esquilado de ovejas o cómo dar forma a la mantequilla. Todos durmiendo juntos en cabañas rústicas en lo que actualmente es el refugio de las ‘Niñas exploradoras de América’. Colaborando por sorteo –cada noche les correspondía a dos de ellos– en la preparación de la cena junto al chef, y vestidos con trajes cuyos tintes naturales son los que habrían estado disponibles de ser utilizados los de las plantas de sus alrededores.
Todo esto respondía a la idea de crear una comunidad tan unida como aislada. Junto a ocasionales charlas con psicólogos que informaban de cómo afecta la tensión y los traumas ocasionados por los actos violentos a un nivel social, poco a poco el grupo era más grupo, y estaba más alejado del siglo XXI, y más cerca del XIX. Más cerca de los cuarenta acres que el departamento de arte y el equipo de construcción habían formado en dos meses de intenso trabajo para ubicar un pintoresco pueblo en mitad de un gran valle. Veinte estructuras incluyendo escuela, sala de reuniones, torres de vigilancia, herrerías, establo, invernadero, cementerio, o las numerosas casas de los habitantes. Salida de una pintura de época, ahí estaba su comunidad. Al igual que sus rocas, menos duras de lo que aparentaban, hechas en molde. Pintadas para dar realidad, pero fácilmente quebrantables (incluso con paredes removibles para facilitar el rodaje), como es en el fondo su verdadera naturaleza hasta que decidan afrontar sus propios demonios.