Cuando uno ve una obra maestra lo sabe. Sabe que lo que tiene delante es excepcional, que le está tocando más adentro de lo que le gustaría o se podía imaginar. Da igual que durante la primera parte le haya parecido que todo ocurría demasiado lento y sin una dirección específica. Cualquier posible “pero” que se le hubiera podido poner, se viene abajo con el subidón que le pega a uno al darse cuenta de lo que le viene encima.
Todo el mundo sabe que Charlie Kaufman está entre los mejores guionistas de Hollywood. Hasta la prensa generalista española ya le llama el mejor. Pero después de ver ¡Olvídate de mí!, ya no queda otra que concluir que Kaufman tiene el cerebro de un alienígena, o más exactamente aún, de un ángel. Su visión del hecho dramático, su dominio de las técnicas narrativas, su inventiva a la hora de imaginar nuevas formas de relato, están por encima del resto del gremio. Desde este estreno todos los guionistas tendrán que decir: de mayor quiero ser Charlie Kaufman.
Pero no sólo estamos ante un grandioso guión, del que no debería decir absolutamente nada más. ¡Olvídate de Mí! sobresale en contenido y continente. El realizador Michel Gondry, pone al servicio del texto de Kaufman su inventiva visual y dominio de las nuevas tecnologías. Gondry, uno de los realizadores más prestigiosos del mundo de la publicidad (Su Drugstore para Levi’s es según el libro Guinness el anuncio más premiado de todos los tiempos) y el video clip (prolífica relación con Björk), se revela como el complemento ideal del sesudo guionista. La modernidad del texto de Kaufman, su planteamiento epatante, cobra una cuarta dimensión gracias a las virguerías del realizador francés, sin que se pierda en ningún momento la calidez de una sencilla historia de amor.
Como toda gran película, ésta obliga a los actores a olvidarse de ellos mismos y ha llevado a Jim Carrey a entrar en registros inéditos para él. Hasta es posible que se lleve por fin el Oscar. Kate Winslet (tres veces nominada a los Oscars y posiblemente este año una cuarta) de nuevo encarna a la joven rebelde, aunque en esta ocasión locatica y piojosa. La verdad es que con estas líneas no ha debido ser difícil conseguir un plantel de actores de primera para los papeles secundarios (Elijah Wood, Frodo en El señor de los anillos; Kirsten Dunst, la chica de Spiderman; Tom Wilkinson, nominado al Oscar por En la habitación, y Mark Ruffalo de Cuenta conmigo).
De todos los españoles, al que más boquiabierto dejará esta película es a Alejandro Amenábar. La idea original, de Michel Gondry, parece sacada de uno de sus guiones. Sin embargo lo que en la película de Amenábar supone la gran relevación final, aquí Charlie Kaufman lo sitúa en el planteamiento y se pone a escribir drama a partir del hecho fantasioso, tremendo, inhumano y romántico que es el olvido. Lo que en la cinta del español es la bomba que nadie ve venir y que finalmente estalla, en esta película es la bomba que todo el mundo ve y que sabe que va a estallar. Amenábar debe tomárselo como un cumplido. No me extrañaría nada que en el subconsciente de Gondry el final que en su día escribió el español haya sido su acicate creador.
