El enorme esfuerzo puesto en la producción no acompaña a la historia que el director buscaba transmitir.
El cine español luce su mejor aspecto en la cinta de época Lope del brasileño Andrucha Waddington, filme que relata las peripecias del joven poeta y dramaturgo Lope de Vega -interpretado por Alberto Ammann, actor que arrasó con Celda 211- antes de ser encumbrado como uno de los escritores más ilustres de la literatura española.
Con un presupuesto de trece millones de euros, esta producción saca provecho de una escenografía y un trabajo de vestuario envidiable, ofreciéndonos con ello un retrato convincente del Madrid de siglo XVI. Sin embargo, el enorme esfuerzo puesto en la producción no acompaña a la historia que el director buscaba transmitir. En primer lugar, una de las ideas barajadas en la película como es la renovación del teatro a partir de la inclusión de lo cómico y lo trágico en una función teatral, carece de la fuerza suficiente, posicionándose esta en un segundo plano que bien merecía algo más de atención.
Después, en cuanto al trío amoroso protagonizado por Ammann, Leonor Watling y Pilar López de Ayala (sin duda el eje central de la trama), nuestro protagonista se debate entre los favores de Elena Osorio (Pilar López de Ayala, fría y distante), hija de un importante escritor teatral, e Isabel de Urbina (Leonor Watling, cálida, pero igual de distante), una inocente doncella que caerá rendida a sus pies después de conocer sus poemas. La cuestión es que un trio amoroso de ese calibre debería aportar dosis de química por parte de los actores, elemento que en Lope brilla por su ausencia, limitándose a seguir un guión acartonado que no les permite lucirse como debieran.
No obstante, la cinta sí entretiene gracias en parte al interés suscitado por la figura de Lope, un tipo soñador que luchó por renovar las bases de un teatro anodino y cuyo temperamento acabó por condenarlo al destierro. Se confirma de paso a Alberto Ammann como un firme valor a tener en cuenta. El resto del reparto se encarga de ejercer con ánimo voluntarioso sus respectivos papeles como pueden, o como el guión les permite.
Puede que el filme se codee con películas de capa y espada, aunque si es cierto que la aventura y la acción aquí se escriben con letra pequeña. Este motivo suscribe una vez más que el terreno histórico se nos sigue resistiendo, no tanto en el continente, pero ciertamente sí en su contenido.