La inmensa mayoría de los que asistimos al cine no sabemos exactamente qué es lo que hace un productor. Casi todo el mundo piensa que las películas las hacen los actores, el director, un guionista y, todo lo más, alguien que graba una música. Del resto, ni idea.
Como casi nadie se queda a leer los títulos de crédito de las películas al terminar la proyección, ignoran quiénes son esos centenares de personas que salen en las letras de las pantalla. Pues resulta que ellos también hacen las películas.
De entre todos esos nombres y cargos, el que más despista es ese, el de productor. Cierto es que la marea de denominaciones no ayuda a desvelar la esencia de su oficio: productor, productor asociado, ejecutivo de producción, diseñador de producción, jefe de producción, ayudante de producción, auxiliar...
Pues el productor, los productores, son quienes hacen las películas. Siento daros este disgusto.
Sí, sí, ya sé que todos decimos:
- "¡Qué buena es Tesis de Alejandro Amenábar!"
Pero es incorrecto. Habría que decir:
- "¡Qué buena es Tesis de José Luis Cuerda!"
o
- "¡Cómo mola Lucía y el sexo, la de Fernando Bovaira!"
Luego pasa que mucha gente se extraña cuando en los Óscar o los Goya el premio a la Mejor Película lo recoge un señor muy trajeado que nadie conoce. Ahí es cuando mi tía dice:
- "¿Pero no se lo han dado a la de Amenábar?"
Y así en cientos de hogares españoles. ¿Y por qué lo recoge él? Porque la película es suya. Del productor.
En el cine español ya podemos decir que el año 1995 fue decisivo, fundamental, revolucionario. Fue el año en que el Andrés Vicente Gómez, uno de los mejores productores que ha dado la industria española, decidió producir a un cineasta en ciernes, Alex De La Iglesia, un proyecto para el público más joven y urbanita llamado El Día de la Bestia. Durante el rodaje, había también por allí otro cortometrajista muy descarado al que preguntó:
- "Oye, ¿tú me harías otra película así, como esta, una comedia... para la gente joven?"
Se llamaba Santiago y dos años después ya estaba casi listo el estreno de Torrente, el brazo tonto de la ley.
Tengo la impresión de que 2010 va a ser un año parecido a ese 1995.
No porque los directores o los actores del cine español estén especialmente inspirados o les haya venido repentinamente el talento cuya falta se les reprocha tanto. No. Tengo esa impresión porque han surgido una serie de productores con otro punto de vista, sin complejos, en el mercado del cine español. Productores formados en universidades específicas de su oficio, que hablan idiomas, que buscan métodos nuevos para obtener financiación y, sobre todo, que piensan en la comercialización y venta internacional de la película desde el primer esbozo del guión.
Probablemente son los hijos de aquel día de la bestia y están llamados a lograr que una generación de cineastas muy bien formados despunten y nos sorprendan con películas que, por fin, no parezcan españolas.
Ya hemos empezado a tener pistas. Me refiero a:
- Celda 211 producida por Vaca Films que dirige Emma Lustres.
- Lo imposible, la nueva película que rueda J.A. Bayona producida por Apache Films que tripula Enrique López Lavigne. En el reparto Naomi Watts y Ewan McGregor.
- Biutiful, dirigida por Iñárritu y producida por Fernando Bovaira, uno de los productores más interesantes de la última década en Sogecine y ahora con Mod Producciones.
- Intruders, dirigida por Fresnadillo, también de Apache Films.
- Buried, de Rodrigo Cortés, rodada en Madrid con parte de producción española.
- Que Lars Von Trier haya abierto sucursal en España de su compañía Zentropa dejando a cargo al joven David Matamoros.
Sólo queda esperar.