Quienes apreciaran un claro desgaste en las secuelas precedentes tienen aquí un motivo para la alegría, ya que se remonta levemente el vuelo.
Transcurrido un año desde la censura del Ministerio de Cultura que llevó a la cinta a ser clasificada “X”, llega a los cines una versión recortada de Saw VI, donde se han eliminado las escenas violentas que llevaron a la polémica decisión.
Debates aparte de si la sexta parte de la saga ha sufrido un agravio comparativo en relación a otros filmes de terror moderno no menos sangrientos y escabrosos –¿por qué no sucedió algo semejante con Scar, por poner un ejemplo?–, estaba cantado que tenía que llegarse a algún tipo de acuerdo para que esta producción hiciera acto de presencia en las salas de exhibición mayoritarias, a la vista de la próxima aparición de la séptima y –dicen los guionistas– definitiva entrega, pergeñada con aún más obvia motivación mercantilista al incorporar el 3D a sus atractivos. Tal y como está el patio, no es cuestión de desanimar a los espectadores habiéndoles impedido ver la sexta parte.
Saw VI nos ofrece el aliciente de hacer encajar buena parte de las piezas del puzle que se había ido mostrando en las películas anteriores. En ese sentido, redondea ciertas aristas de sus predecesoras y da una sensación de cierto cierre parcial antes de encarar su supuesta conclusión en tres dimensiones. Así pues, quienes apreciaran un claro desgaste en las secuelas precedentes tienen aquí un motivo para la alegría, ya que se remonta levemente el vuelo. También ayuda, por supuesto, que el espectador ya se haya acostumbrado a la mediocridad imperante en esta franquicia y apenas pida algo más que un ritmo frenético y una serie de elaboradas trampas mortales.
De todos modos, no olvidemos que la expresión “más de lo mismo” se inventó para títulos como éste. La fórmula no varía, y tras impactarnos con una digna primera parte se nota que los responsables de la saga se han acomodado en una receta que no defraudará a los aficionados al terror extremo, pero que sólo interesa a ratos a quienes traten de seguir todos sus vericuetos y busquen explicaciones a las trampas que oculta el guión. Aun así, es de agradecer la inclusión de un buen número de flashbacks para que no nos perdamos en demasía y apreciemos el modo en que se retoman ciertos puntos de la trama que habían quedado en el aire en las películas anteriores.
Lo más destacable de Saw VI, aparte de tocar de refilón los chanchullos de las aseguradoras sanitarias estadounidenses, es su conclusión, donde nos sorprende un nuevo giro de tuerca que resulta como mínimo curioso, y que nos deja pendiente de su evolución futura. Por tanto, estamos de nuevo ante un espectáculo sanguinolento y sádico recomendable principalmente para quienes gusten de visionar cualquier tipo de cinta que siga estas mismas directrices.