Voy al teatro, a ver a Gabino Diego en su espectáculo individual Una noche con Gabino. Gabino ha hecho de la narración de su propia vida un espéctaculo entre el humor, el esperpento y el retrato social, con esos ademanes suyos de adolescente bobo que se empeña en mantener. No se le ve mucho a Gabino en la películas, es una pena, creo que esconde un gran actor dramático que no quiere confesar.
En un momento de la representación tuve unas inmensas ganas de llorar. Gabino, en un cambio de tono, de acto, recita unos poemas breves, bellos y extraños, divertidos. El cambio de tono funciona, sorprende al público que se queda en un inquieto silencio. El poema es muy sencillo, descarnadamente hermoso. Habla de un traje, de un traje que incluso colgado en la percha dobla la manga anhelando el brazo de ella. Es un poema de Pedro Beltrán.
Quiero presumir de que esa tarde probablemente yo era el único que conocía lo que Gabino estaba recitando. Tengo un ejemplar de Burro de Noria, el libro de poemas que sus amigos obligaron a publicar a su autor, porque éste sólo los recitaba de memoria, ponerlos sobre el papel le daba mucho pudor. El libro está acompañado de un cederrón y, para ese momento, fueron sus amigos los que recitaron sus poemas: Gabino, Elena Anaya, Fernando Fernán-Gómez, Juan Echanove, Silvia Abascal, Agustín González...
Luego Gabino, en su monólogo, desvela qué es lo que está recitando. Y cuenta que Pedro pasaba muchas tardes a ver su función cuando la representaba en Madrid. "Dí que el autor está en la sala." -cuenta Gabino que le decía. Y Gabino le preguntaba por qué la gente se reía con el poema de la maceta. "Hay palabras graciosas y otras no. Traje, solapa... no son graciosas. Maceta, sí. Maceta. ¡La maceta...!", es imposible decir algo serio empezando así.
Gabino encontró muerto a Pedro Beltrán en la pensión donde vivía un día de marzo de 2007. Pedro no tenía casa. Vivía en la pensión, en el Café Gijón y en la calle. "Muchas noches no tenía dónde dormir, y cuando los amigos se iban a casa creía que estaba encerrado en las calles, que ellos salían al entrar en casa y que yo no podía salir." Fernán-Gómez lo definió como un bohemio equivocado, un bohemio en la peor época para serlo, "como ir en diligencia por una autopista."
Pedro fue cantante, bailarín y actor; además de experto en tauromaquia, zarzuela y un extraordinario guionista de cine, un talento sólo equiparable al de Rafael Azcona. Pedro escribió casi todos sus guiones para Fernán-Gómez, tanto en cine como en televisión. Pero con que sólo hubiera escrito El Extraño Viaje habría bastado.
Es muy probable que Pedro viviese de la caridad de sus amigos en los últimos años, pero esto nunca lo sabremos, ni tiene la mayor impotancia. Yo lo veía apostado en su ventana del Café Gijón con sus pestañas pobladas y la mirada líquida y verde, más ese tic que le encogía el rostro. Otro día lo ví sentado en un banco, en plena Gran Vía, devorando un guión que Pedro Almodóvar acababa de publicar. Al pasar pude oír su respiración dificultosa de bronquios quebrados.
Hoy he leído que Daniel Monzón elegía como una de sus películas favoritas a El Extraño Viaje. También he visto a Gabino sentado en un banco, acompañado por una mujer. No me ha parecido una persona alegre. Ningún verdadero cómico es una persona alegre.