Contra todas las reglas, así es como ha hecho esta película Richard Linklater. Ni el guión, ni los planos, ni el montaje, ni siquiera en los decorados, ésta es una película convencional. Simplemente una pareja caminando por las calles de París, hablando como no, del amor y de sus crisis existenciales. Hablando sin parar, como dos ángeles, diciendo verdades como puños, que todo los de su generación piensan, y que muchos, en sus más esquinados momentos de intimidad, acaban por compartir.
Rodada en tiempo real, la magia de esta película estriba en compartir hora y media en la vida de dos personas en un momento crucial, el del reencuentro con el amor perdido de su vida. Sus confesiones son tremendas e ingeniosas haciendo que el espectador se sienta un privilegiado al testimoniarlas. Hora y media de cháchara evidentemente sólo es posible con gente interesante. Con una chica como Julie Delpy, saben a poco. Delpy es una diva de verdad. Creo que me mañana saldré a la calle y me compraré un póster suyo.
Antes del atardecer es la segunda parte, nueve años después, de nuevo en prácticamente tiempo real, de la película de Linklater de mayor éxito, Antes del amanecer. Pues bien, en estos años de parón, actores y director se han escrito emails divagando sobre cómo habrían evolucionado sus personajes. Fue la propia July Delpy, quien en su correspondencia, hablando de sí misma, escribió buena parte de sus diálogos en el filme. El varón de la cinta, Ethan Hawke, también está estupendo, pero él hubiera sido más fácilmente substituible. Sin July esta película no habría sido posible.
Antes del Amanecer trató de vertir en el celuloide el romanticismo tal como lo vivían de verdad los veinteañeros en los noventa. Antes del atardecer ha querido hacer lo mismo con el desencanto y la distancia con el que la misma generación experimenta ahora el amor con treinta años. No sería de extrañar que dentro de otra década, Jesse y Celine tuvieran un tercer encuentro (¿Antes del anochecer?). ¿Será más optimista su mensaje? Eso nos lo contestaremos a nosotros mismos durante los próximos diez años. Lo que no cabe ninguna duda es que esa tercera parte, tratándose de Linklater, también reflejará la cruda realidad.