Cuánto puede aliviar el olvido. Cuánto se pierde con él. Con esa esencia Charlie Kaufman construyó uno de los mejores guiones en mucho tiempo con Olvidate de mí, y esa parece también ser por momentos la base del trabajo de Gerald Di Pego (Instinto, Mensaje en una botella, Mirada de Angel...) .
Atormentada por la perdida de su hijo, Telly Paretta (Julianne Moore) es incapaz de avanzar en su vida. Todo en ella gira sobre su ausencia, sobre recuerdos de días demasiado felices como para salir de ellos y volver a enfocar al presente. Cuando poco a poco empiezan a desaparecer las fotografías y grabaciones en los que se encerraba y su memoria parece estar resquebrajándose, empieza a sospechar que alguien está tratando de robarle lo único que tiene. Pero ella se resiste a hacerlo. Como Kaufman iba desgranando, el dolor del recuerdo, es también la riqueza de los buenos momentos vividos.
No obstante, el guión de Di Pego, dirigido por Joseph Ruben (Durmiendo con su enemigo, El Buen Hijo, Asalto al tren del dinero) hace algo muy distinto. Con una extraña sobriedad, logrando atmósfera y equilibrio en lo que podría tomarse por un repentino cambio de género, el inicio se convierte en una excusa para una temática posterior diferente. Encaminada a un thriller con elementos de ciencia ficción que recuerda a La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel, el desconocimiento de los motivos por los que la cordura se tambalea apuntan a varias direcciones entre la esquizofrenia y la posible conspiración. El inicio de duda consigue una atención sin estridencias que tampoco se fuerza a la hora de tomar decisiones argumentales atrevidas. Estas podrán convencer o no al público, pero en lo restante, donde es preferible no dar ningún detalle para reservarlo todo a su visionado, se equilibra el resultado con independencia de una explicación que cuanto menos es pintoresca, a lo que ayuda la construcción de sus personajes y el reflejo de sus inquietudes. Sus dudas y reacciones ante aquello que les sucede dejan paso a las respuestas humanas ante lo inexplicable.
El inusual enfoque estará pues en dependencia de gustos, pero la capacidad para retener atención durante gran parte de su duración es sin duda su mejor baza. Y Julianne Moore demuestra que lo de Hasta que la ley nos separe fue sólo un desliz.