Puede decepcionar a quien espere una imitación de patrones que explore lo que una Harry Potter movie.
Las cifras hablan por sí mismas. El estreno de este nuevo capítulo de Harry Potter ha supuesto el mayor récord de recaudación de toda la saga. Si algunos habían arqueado las cejas mientras vaticinaban su desgaste, lejos de encontrarse en una fase terminal se encuentra en su mejor momento. No es fácil mantener la fidelización de las audiencias tras nueve años de varapalos, siete libros y un grand finale que se espera con los brazos abiertos el próximo mes de julio, cuando se cumplan los diez años de distribución del primer Potter.
Bien parecía que la serie había alcanzado un estado de anemia irreversible con el estreno de Harry Potter y el misterio del príncipe. David Yates, quien ha firmado las últimas cuatro entregas y era responsable de la susodicha, parece haber logrado una afortunada evolución dentro de la propia dinámica de la saga. Las reliquias de la muerte Parte 1 toma aire para obsequiar a sus fieles con una de las mejores cintas de la franquicia.
Deberíamos estar ante una continuación lógica de lo que han sido sus predecesoras, señas de identidad incluidas. Y lo es, pero algo se percibe diferente. Yates ha apostado por una puesta en escena oscura y misteriosa que se aleja de los cánones que habían definido a las seis antepasadas. Este Potter carece de diversión, entretenimiento o incluso cercanía y es precisamente este alejamiento de sus propios rasgos lo que la enaltece.
Deliberadamente pausada y deslumbrantemente filmada (lo mejor es verla en sistema Imax aunque el doblaje español deje bastante que desear), logra un equilibrio entre las secuencias de varita y hechizo en que la madurez envuelve cada fotograma desde su prólogo.
Yates, mediante esta apuesta libre, sabe sacarle, además, el mejor partido al diseño de producción de Stuart Craig y a la cinematografía de Eduardo Serra para la primera ocasión en que la acción sale de Hogwarts y se emplaza en una naturaleza que se revela perfecto escenario para las últimas reflexiones antes del gran duelo que supondrá el final. En este sentido, puede decepcionar a quien espere una imitación de patrones que explore lo que una Harry Potter movie debería ser.
También resultará un tanto confusa para aquellos no adeptos. La complejidad de la cosmogonía de objetos, caracteres y multi-tramas ha alcanzado tal nivel que sólo el alumno aventajado de la serie podrá sobrellevar. Además, no puede dejar de transmitir esa sensación de preparación para el desenlace aunque suponga un estadio nuevo dentro de la familia de filmes Potter. Por supuesto, el apetito de seguir con el producto permanece tras los títulos de crédito, por lo que sólo queda la espera y el consuelo de la revitalización de una saga que logra su renacimiento.