Su presencia y caracterización ayuda mucho a la pose arrogante y frase ridícula en el momento oportuno, a la altura de las producciones de acción más descerebradas y en la que aquí participan la mayoría de sus personajes, que no parecen respetar lo grave de su situación. Entre ellos se encuentra Jill Valentine, interpretada por Sienna Guillory (papeles secundarios en La Maquina del Tiempo y Love Actually son su mejor bagaje) uno de los estandartes del videojuego del que todos los miembros del equipo se declaran fan, aunque visto el resultado parece que nunca hayan dedicado el tiempo suficiente para sacar el más mínimo jugo de sus partidas. Ni la atmósfera, ni la lucha al límite se recogen de una forma remotamente similar, algo que no sería negativo e incluso podría ser defendible por una opción de estilo de cine diferente, si no fuera porque entre su público lógico si hay muchos acérrimos seguidores.
En todo caso, Valentine luce el tipo de atuendo que en los circuitos Playstation ya eran algo inapropiados, es fiel a su imagen a pesar de que luego le pierda la mencionada prepotencia y extraordinarias cualidades de superagente que realiza disparos imposibles con sobrada soltura. El ejercito de zombies por su parte, en comparación de nuevo con el Amanecer de los muertos, se acerca más a la salida al cierre de la clientela de macrodiscoteca que a una ciudad cuyos habitantes anhelan carne viva. Escenarios como una iglesia o un cementerio, son pasto del desperdicio para el director debutante Alexander Witt, a quien se le cede el privilegio de ejercer de realizador por haber sido director de segunda unidad y de fotografía de innumerables cintas (The Italian Job, Dare Devil, Black Hawk Derribado, Gladiator...) y al que se le nota su experiencia en la corrección de la imagen, planos rápidos y todo lo que puede hacer de él un buen encargado para seguir con la segunda unidad. Y quedarse ahí.
Aunque saca algo de partido a la breve visita al colegio de Racoon, en general peca de no lograr el tipo de miedo que Resident Evil demandaba, de una total incapacidad para aquellas escenas que entre silencios nos oprimían manejando el pad.
Como apunte final Paul W. S. Anderson, director y escritor de la primera parte, aquí se limita a los textos. Antes de esta, ya había abusado del nombre de otras sagas como Mortal Kombat, y estos días lo hace con el binomio Alien Vs Predator. La marca vende, pero hay que cuidarla. Recordar por qué se ha hecho grande.