Casi se convierte de obligada visión en estos días que corren por lograr que el espectador salga conmovido de la sala de proyecciones.
Cada año se producen una determinada cantidad de filmes con la postal navideña como telón de fondo. La mayoría de ellos están directamente creados para su estreno en televisión, mientras que otros, los que menos, logran dar el salto a la gran pantalla y competir con las grandes producciones de aventuras de las majors. Todas coinciden en un alud de ideas bienintencionadas cuyo fin es reconciliar al espectador con las rencillas mundanas.
A casa por Navidad es el último ejemplo de esta tendencia, muy saludable, a tenor del producto que hoy nos ocupa. Se trata de un filme de Bent Hamer, realizador noruego cuyo nombre ha lucido, a través de toda su filmografía, en festivales como Cannes, Toronto o San Sebastián. Esta vez, ha partido de una colección de relatos cortos del escritor Levi Henriksen para proyectar esta historia coral donde todos los personajes buscan trazar un camino, tanto tangible como interior, hacia el espíritu de tan señalada época del año.
En la pequeña ciudad noruega de Skogli se entrecruzan varios personajes que representan una amplio espectro de edades y clases sociales. Hamer construye un entramado multiétnico sugerente que incluye un hombre maduro que no se vez capaz de abandonar a su esposa por su amante, otro más joven que espera la llegada de su primogénito, un tercero debe aprender a lidiar con sus soledades después de ser abandonado por su familia... y así hasta conseguir hilvanar una bella tragicomedia que se define por contrarios.
Como en todo producto sensible, el humor engarza con la tragedia, la ternura con la desesperación o el llanto con la buenanueva. La cinta se imbuye en las formas de un tradicional villancico pero lo hace de forma inteligente, sin caer en el gimoteo barato, y es que Hamer sabe cómo filmar a sus personajes, a quienes les dedica un cariño insólito en el transcurso de su metraje. Además, casi imperceptiblemente nos introduce en esa mezcolanza cultural, que si bien sabemos muy premeditada, resulta afortunadamente poco forzada.
Muy bien resuelta y mejor interpretada, A casa por Navidad casi se convierte de obligada visión en estos días que corren por lograr que el espectador salga conmovido de la sala de proyecciones, amén de haber logrado arrancarle una sonrisa. Sólo queda apreciar lo que nos cuenta para tenerlo en mente en los meses venideros. Se trata de un producto convencional sin filigranas, cierto, pero conquista a quien la ve. Hagan la prueba.