El cine siempre nos ha brindado a los vagos irredentos la posibilidad de emocionarnos con el deporte, de cubrir una cuota de sensaciones que rara vez hemos conseguido colmar en las canchas o a través del televisor.
Por muy marciano que suene, el disfrute entregado de películas como “Invicto”, “Un domingo cualquiera” o “El orgullo de los yanquis” es perfectamente compatible con la batería de bostezos que nos supone su materia prima en vivo y en directo. Quien esto escribe, que entraría antes en un campo de concentración minado que en un gimnasio, realmente ha llegado a convencerse de que el deporte es la única épica noble que nos queda y sus estrellas poco menos que héroes mitológicos con rostros humanos, aunque la ilusión se haya curado al abandonar la sala, porque el cine puede hacer milagros, pero no asegura su perpetuación.
El surf, desde luego, es un caso aparte. Deporte teenager y pop por antonomasia, capaz de añadir al combate sin cortapisas con la naturaleza una poética y una mística propias y muy particulares, su paso por el cine era algo tan inevitable como dependiente de la técnica y del arrojo de los operadores de cámara. Sin embargo, las películas surf, o aquellas en las que sin entrar de lleno en el subgénero aparecen surfers, quedan enmarcadas en un campo más cercano a otras muestras de puro cine explotación, como el subgénero de los delincuentes juveniles o las biker movies, o películas de moteros. En ellas el deporte no es una excusa para apuntalar una historia, sino un fin en sí mismo. ¿Para qué recurrir a personajes cuándo tenemos algo tan exótico como la playa y las olas? Esto justificaría en parte la abundancia de títulos de bajo presupuesto que abordan el fenómeno, tanto documentales como más o menos narrativos, así como el desinterés de los autores de la gran industria, exceptuando a John Millius, por abordarlo. A fin de cuentas, en ningún momento ha dejado de verse más como un entretenimiento de locos de playa, algunos de ellos empeñados en prolongar ilusoriamente su juventud, que como un deporte en toda regla.