The fighter demuestra que el género del cine de boxeo sigue vivo.
En época post-Globos de oro y pre-Oscar, siempre suele caer un racimo de películas sólidas aspirantes a las estatuillas y que ya han obtenido el reconocimiento de la crítica. Es el caso de la nueva de Darren Aronofsky, Cisne negro, que veremos en breve, 127 horas, del ya galardonado Danny Boyle (Slumdog millionaire) o esta reciente The fighter, estas dos últimas basadas en hechos reales. Ya sabemos de esa inclinación hollywoodiense por los dramas que muestran un pedazo de la realidad de la vida de algún personaje verídico con historia de esfuerzo y superación. También sabemos que esta etiqueta tiende a dar pie a tramas sensibloides sin mucha enjundia (recordemos el año pasado el caso de The blind side). Pero The fighter ha logrado dar un salto y pisar más fuerte.
Mark Wahlberg, aquí también productor del filme junto al mencionado Aronofsky, interpreta a Micky Ward, un boxeador mediocre que logró llegar a campeón de pesos welter gracias al acondicionamiento de su hermanastro mayor Dicky, un ex luchador que ha acabado enganchado al crack. Entre ellos, tenemos el retrato de una madre feroz y de una familia que se completa con siete hermanas que no le hacen ningún bien al protagonista. La novia de éste será quien personifique el motor del cambio.
The fighter no es ningún prodigio de originalidad ni atiende a una dirección que la diferencie de otros filmes del género pugilístico. Su intención es demostrar que la vida en el cuadrilátero proviene de los bajos fondos, donde salen a flote las miserias y desdichas de la condición humana que hacen que la lucha cobre sentido. También el ring se entiende aquí como la analogía de una sociedad decadente en estado putrefacto, capitaneado en este caso por un entorno familiar que lleva al hundimiento personal.
En este sentido, el filme pretende ser una nueva aproximación al cine de boxeo mezclado con la oscuridad de la parentela. Sus miras están puestas en el magnífico Toro salvaje, de Scorsese, una de las películas del género de obligado enunciado cuando el tema se saca a colación. Como en aquella, en la exploración del entorno del personaje neurálgico se encuentra la razón de la furia en la pista. Es en esta voluntad de retrato donde su realizador, David O. Russell, sabe mover los hilos y explotar la intensidad dramática de sus caracteres.
Lo que verdaderamente supone un auténtico puñetazo en el mentón son las interpretaciones de un juego de ases infalible. Wahlberg, Amy Adams, Christian Bale y Melissa Leo realizan unas asombrosas composiciones de sus respectivos personajes, estos tres últimos nominados a la estatuilla como secundarios (y sí, se lo merecen y sí, seguramente el premio sea para Bale y Leo). Sus briosas interpretaciones junto con un guión impecablemente escrito y una dirección más que solvente son las que hacen que The fighter sea una propuesta meritoria de sus menciones.
Quizás adolezca de cierta falta de energía visual en sus planteamientos y quizás contenga pasajes un tanto rutinarios. Incluso se la puede acusar de ser un filme demasiado predecible porque seamos sinceros, ¿nadie se imagina un descenso a los infiernos y la posterior redención gracias a un proceso de superación personal? Pero The fighter demuestra que el género del cine de boxeo sigue vivo por ser una apuesta inteligente cuya mejor baza reside en sacar la energía de unos actores en estado de gracia. El drama está dentro y fuera de las cuerdas y O’Russell lo ha entendido a la perfección.