Son muchas las cosas que en forma de hipérbole se han esgrimido como causas para alcanzar la muerte. Morir de aburrimiento, de sueño, de envidia, de placer...
El día antes de que Mr.Kitano tratara de utilizar prácticas genocidas en el Festival de Sitges con las dos primeras modalidades -por más que muchos disimulaban con cara de sabio interés- el equipo de "Asesino en serio" presentaba el primer largo de Antonio Urrutia, cuyo principal activo de cara a seducir al público español, es la presencia del inconsumible Santiago Segura.
La temática, morir de placer. Matar a base de provocarlo. Largos y concentrados orgasmos, hasta llegar a dejar sin aliento a una boca de pronunciada sonrisa en un cuerpo ya cadaver.
Con esta idea, un rudo policia debe investigar el origen y procedimiento de tan peculiar forma de crimen, mientras su vida personal y sus relaciones con las mujeres le dan también algún que otro quebradero de cabeza.
Definida por Santiago Segura como "cabrona", la película es esencialmente desinhibida. Cruda y cómica, desenfadada pese a su frialdad. El principal apoyo es pues el del humor, el thriller en sí no interesa especialmente, aunque las explicaciones estén bien llevadas y no caigan excesivamente en el absurdo. Pese a lo extraño de todo, se intenta imponer una débil capa de credibilidad que en ningún momento se quiebra totalmente, y que pese a un final accesorio, ofrece un metraje sin excesos y buena dirección. Aunque en muchos casos lo mejor siga siendo ver al de siempre, vestido de largo. Tanto en la rueda de prensa de presentación -acompañado con una botella, cerrada, de Tekila-, como inserto en el proyector, sigue siendo el centro de atención.