Artefacto genuinamente construido para hacer caja con la presencia del actor sumada a la que fuese protagonista de la serie Friends.
Adam Sandler es uno de los más destacados cómicos que triunfan en la cartelera norteamericana salido de esa escuela de humoristas sin fin que es el programa de televisión Saturday Night Live. Sandler, de origen judío, destaca por interpretar en la mayoría de ocasiones personajes de caracter agrio que terminan desvelando su ternura y gran corazón. Por el camino, gusta de dejar un rosario de chistes ácidos y agridulces, a veces de tono elevado e incorrecto acerca del sexo, la religión y el aspecto físico de las personas, escudado en un tono sobrio y en cierto aspecto de niño grande que cultiva.
La filmografía del humorista ha dejado algunas perlas que más que por su calidad llaman la atención por su excentricidad o la aspereza de sus planteamientos. Zohan, licencia para peinar (Dennis Dugan, 2008) fue una disparatada comedia en la que Sandler se servía de un personaje irreal para reirse de algunos estereotipos de la sociedad estadounidense. Es, sin duda, Hazme reír (Judd Apatow, 2009), la comedia donde ha conseguido dar la mejor talla de si mismo en la historia de fracasos sentimentales y hastío del éxito de un cómico judío que ha perdido la ilusión por amar y trabajar en su oficio vocacional.
Sin embargo, Sígueme el rollo se encuentra justo en las antípodas de la cinta mencionada que dirigió Apatow, su antiguo compañero de habitación. Compartiendo protagonismo con la interpretativamente gélida Jennifer Aniston, narra la historia de un cirujano plástico judío que tras un fracaso amoroso se dedica a engañar a cuantas mujeres puede fingiendo estar casado. Su ayudante, Aniston, es la única conocedora de esta farsa y se verá envuelta en ella al ser reclutada junto a sus hijos para simular una familia que logre engañar a una espectacular rubia (Brooklyn Decker) objetivo de su deseo.
El cine como negocio puro y duro se alimenta de estadísticas y cifras que en muchas ocasiones nada tienen que ver con satisfacer al público buscando la calidad de sus productos. Adam Sandler está considerado un actor muy rentable al generar nueve dólares por cada dólar que se invierte en su sueldo. De este modo, podemos considerar Sígueme el rollo un artefacto genuinamente construido para hacer caja con la presencia del actor sumada a la que fuese protagonista de la serie Friends. No hay nada más en esta película salvo las circunstancias de situarla en un lugar exótico, Hawai en este caso, del que se aprovecha para hacer publicidad y de observar el mayor o menor ingenio que han derrochado sus creadores para escribir secuencias que puedan mostrar el mejor y mayor número de productos publicitarios por minuto.
Más allá de eso, Sígueme el rollo son unas insufribles dos horas de diálogos entre Aniston y Sandler intentando mostrar desparpajo, ingenio y química sin conseguirlo, donde únicamente destaca un significativo desprecio hacia cualquier personaje de origen no norteamericano que tenga la mala suerte de aparecer en la película. Para los amantes de las anécdotas, Nicole Kidman interpreta un personaje secundario en el que pretende estar graciosa parodiándose a si misma.