Los Óscars son al cine lo que Gran Hermano a la vida: la representación de una impostura, una mentira doble. Una caja, enorme y con un lazo en el caso de la “gran fiesta del cine”, donde colocar publicidad. Una boda desmesurada con dos docenas de novias. Los Óscars son sólo para espectadoras femeninas no muy exigentes. Woody Allen entendió esto hace décadas.
Robert De Niro está en España. A De Niro le gusta España, procura venir con cualquier excusa, incluso la de un rodaje, como ahora. Participa en la nueva película de Rodrigo Cortés, el chico de Enterrado o Buried, la película-noticia del año. De Niro es un tipo muy normal, y eso desarma a todo el mundo. Lo ha dicho Leonardo Sbaraglia, que ha compartido escenas con él. A Sbaraglia le gustó ver a De Niro concentrarse segundos antes de rodar una escena: era un actor como otro cualquiera. El De Niro que decepciona es un De Niro que el inconsciente colectivo ha inventado debido a cierta colección de trabajos que le ha etiquetado como un superdotado de la interpretación. Pero esto es sólo fruto de nuestra mente, nuestra necesidad de mitos y héroes. De Niro fue una tarde al ver el espectáculo de El Molino. Le prepararon un palco discreto y estoy seguro que disfrutó de ese modo de bailar que se gasta en el escenario La Terremoto de Alcorcón.
También en Barcelona se ha empezado a rodar The Pelayos o Los Pelayos, como queráis. Por fin. Si esto fuese Estados Unidos, la historia de esta familia que hizo saltar la banca de varios casinos del mundo sistemáticamente ya tendría una saga de libros, una serie de televisión y varias secuelas y spin-offs en el cine. Pero aquí hemos tardado más de una década en poner en marcha una peli sobre una de las historias más cinematográficas que se han dado en nuestra sociedad. Los Pelayo son una familia que, observando durante meses las taras físicas de las mesas de ruleta de los casinos, consiguieron hacer una fortuna en base a apuestas sistemáticas para aprovechar estos defectos. Todo legal, pero en unos casinos les prohibieron la entrada y en otros movían las mesas de sitio y de orientación para cambiar sus posibles inclinaciones o defectos. Los Pelayo siguen dedicándose al juego y regentan una discreta casa de apuestas donde José Luis Garci, por ejemplo, hace caja gracias a sus conocimientos de fútbol. Quién no vea un guión aquí dentro que levante el dedo.
Igual que hay otro guión en la vida de Amparo Muñoz. Hace tres años, ya enferma, Amparo intentó contratar a un escritor para escribir su biografía, pero no llegó a realizarse. Una pena, daría para un drama muy emotivo, porque en la vida de Amparo Muñoz debió haber de todo con la particularidad de que la protagonista no supo salir ilesa de casi nada. Uno de los escritores sondeados fue Rafael Reig, otro tipo que merecería ser llevado al cine. Rafael ha contado su encuentro con Amparo en su blog titulado con el verso “Vino la muerte y tenía tus ojos”. Qué acierto.
Tengo una enorme fe en Santiago Segura como director de cine. Creo que una vez que se canse o cancele su Torrente, otra gran idea esta vez convenientemente explotada, Segura podría ser un gran director a poco que le caiga el guión apropiado en las manos. Segura tiene un olfato descomunal para el cine, y la valentía y desparpajo de un productor norteamericano para elegir tramas, actores y personajes. Ahí está para demostrarlo el hecho de que su nuevo Torrente esté basado en las tropelías del “sheriff de Coslada”, ese jefe de policía que convirtió la población madrileña en su patio particular con una considerable red de extorsiones y sobornos. Segura detectó de inmediato el material cinematográfico en esa noticia como ya lo ha hecho en otras ocasiones. Y otra vez ha demostrado ser un impresionante director de casting. Estos son, en orden de preferencia, los sondeados para interpretar al malvado en Torrente 4: Mario Conde, Luis Del Olmo, Eduardo Zaplana y el cantante Francisco. El primero y el tercero dijeron que no. Del Olmo no pudo compaginar el rodaje con su agenda laboral y ha sido Francisco quién ha accedido a hacer el papel. Un tipo con la osadía de ver en José Luis Moreno lo que todos vemos y ofrecerle que lo interprete se ha ganado todo mi respeto.
El día que los Óscars en España se tomen tan en serio como Eurovisión, será señal de que este país habrá madurado. Hay que conseguir con los Óscars lo que Chikilicuatre consiguió con este festival de música, abrirnos los ojos respecto a su espíritu hortera y decandente. Llevemos a Torrente a los Óscars.