Idea inicial llamativa y abierta a la mezcla de géneros, pero que no tarda en revelarse diseñada para los espectadores adolescentes e impresionables.
En Amanecer rojo (John Milius, 1984), producto surgido de la mentalidad de la era Reagan, una coalición soviético-cubana invadía una pequeña localidad de Colorado, provocando la III Guerra Mundial. Sin embargo, encontraban la oposición de un grupo de jóvenes norteamericanos que lograban huir y preparar un rápido contraataque.
Mañana, cuando la guerra empiece nos sitúa en Australia, pero la premisa es tan similar que casi podríamos estar hablando de un remake de la cinta de Milius, si no fuera porque el hecho de que el guión se basa en el arranque de una popular serie de siete novelas de John Marsden escritas entre 1993 y 1999. Siete adolescentes pasan una semana de acampada lejos de su pueblo, y al regresar a casa se topan con que unas fuerzas militares extranjeras han tomado prisioneros a los habitantes de la zona. Los jóvenes deberán sobreponerse a la sorpresa e intentar escapar, así como poner en marcha un plan para tratar de dar un vuelco a tan desesperada situación.
Con unos mimbres tales –parece ser que los australianos temen una posible invasión asiática– no podemos negar que estamos ante una idea inicial llamativa y abierta a la mezcla de géneros, pero que no tarda en revelarse diseñada para los espectadores adolescentes e impresionables, con todo un tramo de arranque donde se nos presentan los distintos estereotipos con los que deberemos identificarnos, y entre los cuales cabe citar al musculitos bravucón, la pija tonta –hasta extremos irrisorios, lo que le quita toda la gracia–, el chico reservado pero de buen corazón, la remilgada religiosa... Por no hablar de cómo acaban yendo de excursión todos juntos, de un modo bastante gratuito (y básicamente para darle color al argumento).
Aparte de por lo limitado del público que tiene en su punto de mira, la cinta se hunde debido a la inverosimilitud de lo narrado –cualquier parecido con una situación bélica real es pura coincidencia, esto parece más El Equipo A– y unos diálogos de cartón piedra que no consiguen aportar el mínimo detalle de interés a unos personajes que parecen estar más interesados por sus amoríos que por sobrevivir en un entorno tan hostil como el de preguerra que se nos presenta.
Stuart Beattie –guionista de Piratas del Caribe y Collateral– debuta en la dirección con un film aburrido e increíble que, por si fuera poco, acaba revelándose a su conclusión como el mero arranque de una saga que probablemente siga llegando a nuestros cines (aún quedan seis novelas por adaptar, nos tememos), dejándonos de momento sin una resolución clara y con la sensación de haber sido estafados en más de un sentido.