Soñadores, entusiastas, diletantes y demás cansinos aspirantes: la esperanza será escasa, pero existe. Si a Kerry Conran un corto de seis minutos le valío para obtener financiación directa para una de las producciones más ambiciosas de la última época, aún cuando esos seis minutos fueran excepcionales, es porque la posibilidad está ahí afuera. Entre los miles de aficionados al corto, a las historias con más o menos sentido justificado en lo escaso del metraje, él destacó con una realización tan única y genuina, que el productor Jon Avnet (encargado de cintas como George de la Jungla o El Inspector Gadget), lo vió claro: lograría financiación para hacer de aquello algo grande, tal y como soñaba su retraído creador cuando trasteaba con su Apple.
Lo que hace de Sky Captain algo especial, es una singular mezcla de elementos que combina en un estilo propio. Hay ambientación de cine negro, rasgos de los seriales antiguos que tanto gustaban a su autor en su infancia (y de los que destaca Flash Gordon), una textura que da a la fotografía un aspecto entre dibujo animado y fotograma coloreado subido de contraste (y que en ese camino actual en la animación hacia la realidad, encuentra una vía contraria) y semejanzas cómic, tanto en sus personajes como en sus poderes. De hecho Dex, uno de sus personajes saca las ideas para sus inventos de las viñetas que usa como entretenimiento; otros como el de Angelina Jolie, beben descaradamente de la misma fuente.
Con todo ello, en una Nueva Cork clásica -curiosamente y a pesar de los vanguardistas acompañamientos-, rodada en varios aspectos al estilo de las viejas cintas (no hay más que ver las tipografías de presentación o la banda sonora de Edward Shearmur), los elementos entre fantásticos y anacrónicos siguen ahondando en lo original de todo su aspecto. Un ejemplo de ello, de entre las imágenes delirantes recreadas, la que dio origen a la inspiración de su autor: un zeppelín, el Hindenburg III, amarrado en la cima del Empire State proveniente de un “libro de las maravillas” de su infancia.
Los robots, los extraños artefactos voladores y enemigos siniestros, tienen un aire de “el futuro visto desde el pasado”, y a partir de ahí la trama es algo secundario pero bien servido. Un héroe aviador, Joe Sullivan (Jude Law) salvando al mundo junto a la impertinente y siempre torpe –papel femenino también de un clasicismo ridiculizante- Polly Perkins (Gwyneth Palthrow) , persecuciones espectaculares en medio de Nueva York, luchas tanto surcando los cielos como bajo el agua, y el entorno final en un enfrentamiento de desenlace propio de las cintas de acción adictas a la magia del último momento. Con su casta puede generar una nueva ola de marketing imitador del cine, de cintas que se sirvan de ella, e incluso dar alguna secuela. Pero en cuestión de estilo, tiene una unión de características tan particular, que sólo eso ya la hace exclusiva.