Difícilmente podemos recomendarla a quienes hayan superado los cuatro o cinco años de edad.
Si en fechas navideñas hay que capear el temporal de estrenos que se toman la molestia de hablarnos de las diferentes vicisitudes por las que pasan las distintas encarnaciones de Papá Noeles cinematográficos, parecía cantado que en la época de Semana Santa íbamos a tener que intentar encontrarle virtudes a alguna cinta que retratara los entresijos del Conejo de Pascua norteamericano, bastante ocupado en ese momento concreto del año.
Hop intenta rellenar ese hueco argumental, ofreciéndonos una historia con dos personajes principales: por un lado, el hijo del susodicho conejo prefiere dedicarse a tocar la batería antes que a suceder a su padre en el negocio familiar. Por otro, un humano algo vivales recibe un ultimátum de su familia para que siente la cabeza de una vez. Los caminos de ambos seres se cruzarán, y mientras se soportan mutuamente deberán descubrir los verdaderos valores de la vida, y tratar de hallar una fórmula donde puedan compaginar sus obligaciones con sus aficiones.
El director Tim Hill, después de sentarse tras las cámaras en Garfield 2 y Alvin y las ardillas, parece que le ha pillado el gusto a perpetrar filmes infantiloides donde se integra la animación –que rinde a un buen nivel, para qué engañarnos– dentro de un mundo de imagen real. En el título que aquí nos ocupa tal vez no se caiga tan bajo como en las obras precedentes de Hill, pero difícilmente podemos recomendarla a quienes hayan superado los cuatro o cinco años de edad, ya que pocas sorpresas depara para el resto, aliñando la mezcla con unos personajes por los que cuesta horrores sentir alguna emoción.
Dentro de esta prescindible película hallaremos caras reconocibles como la de James Mardsen, arropado por nombres televisivos como Kaley Cuoco (Big Bang) o Elizabeth Perkins (Weeds), además de contar con las voces de Russell Brand, Hank Azaria o Hugh Laurie en versión original (en castellano debemos conformarnos con los Morancos). Además, el detalle friki lo pone un decadente David Hasselhoff cuya mera presencia ya provoca algún amago de sonrisa, qué duda cabe, máxime cuando hace una clara referencia al Coche fantástico que le aupó a la fama.
En resumidas cuentas, lo que nos espera es un guión poco inspirado, con escasas escenas humorísticas logradas, orientado a un público muy infantil y repleto de personajes esquemáticos y sin fuerza. No será el peor estreno del año, pero tampoco perdurará más de unas pocas horas en nuestra memoria.