Algo falla irremediablemente y es que ni el desarrollo de su guión ni la realización de Fest se revelan como suficientes.
La trayectoria cinematográfica de Gwyneth Paltrow es digna de minucioso análisis. Después de adquirir su fama a mediados de la década de los 90 desde que hiciera su aparición en la recordada Se7en y lograr el preciado Oscar por su composición en Shakespeare in love, la actriz ha participado tanto en filmes de pequeño empaque que más bien han pasado desapercibidas entre crítica y público (The anniversary party o Sylvia serían algunos ejemplos) como se ha embarcado en cintas mucho más ambiciosas que le han permitido mantener el delgado hilo del éxito (tenemos las dos entregas de Iron Man, la reciente Two lovers o la aún pendiente nueva obra de Steven Soderbergh, Contagion, con quien la actriz comparte un plantel estelar muy al estilo Hollywood).
Pero esto no es todo. Paltrow también está empeñada es sacar a colación sus cualidades vocales como cantante. Prueba de ello fue la fallida Duets, trabajo póstumo de su padre en la que el mundo del karaoke era la pieza de engranaje elemental, o sus colaboraciones en la serie Glee, donde la actriz demuestra sus buenas dotes con la comedia y el cante. Ahora es Country strong la que da fe de su capacidad musical, a la vez que se convierte en el máximo reclamo de un filme que, sin el concurso de Paltrow, no hubiera llegado posiblemente a ver un estreno comercial más o menos digno.
La joven y novel Shana Feste es quien escribe y dirige esta historia centrada en el empeño de un marido-manager por revitalizar la carrera mermada de su mujer-artista, Kelly Canter, una cantante country de gran éxito que ha ganado aficionados y premios allí por donde ha pasado, dejando en el camino un fuerte alcoholismo, un desafortunado aborto y un incidente en público. Será una gira por los Estados Unidos junto con otros dos cantantes country de sobrado talento la que intentará devolver el esplendor perdido a la estrella ya apagada.
Country strong coge notas precedentes de filmes como el mítico Nashville, de Robert Altman, o la muy reciente y exitosa Corazón rebelde, filme al que muy posiblemente le deba la vida. Además, posee elementos suficientes como para erigirse como un melodrama sólido de emociones enturbiadas por las trampas de la notoriedad pública. Tenemos un conjunto de actores que le insuflan alma y credibilidad al asunto además de una historia con sobrados puntos de interés. Sin embargo, algo falla irremediablemente y es que ni el desarrollo de su guión ni la realización de Feste se revelan como suficientes.
Muy al contrario, Country strong es una balada triste sin instrumento destacado que apoya su partitura en la eficacia de sus interpretaciones o en una poderosa banda sonora que convencerá al aficionado, pero carece de toda cadencia emocional así como de una historia que analice en profusión el simple enunciado de sus temáticas. Ni las múltiples líneas argumentales se ven ahondadas ni la calidad de sus diálogos está a la altura de la importancia que se le ha concedido al aspecto musical, haciendo que la supuesta fuerza que anuncia su título se diluya en una narración empobrecida que no logra sostener su voz durante sus dos horas de metraje.
La elección del cuarteto de cuerda tampoco ha sido demasiado afortunada aunque sus composiciones sean lo más destacable de la cinta. Paltrow demuestra el aplomo de actriz-cantante una vez más y resuelve sus momentos intensos con convicción pero su aspecto y figura de revista de tendencias no casan con la imagen de cantante on the road enganchada permanente a una importante adicción etílica. Tampoco Leighton Meester acierta con su rol. Parece haber perdido aquí la perfidia que vierte en su serie de nacimiento, Gossip girl, y opta por ejercer de corista sin llegar a protagonizar un número para el recuerdo. Garret Hedlund es, sorprendentemente, quien parece llevar la voz cantante. Su personaje, dividido entre su fascinación por su admirada cantante (Paltrow) y el sentimiento por la incipiente nueva promesa del country (Meester), es quien parece querer protagonizar la cinta por encima de sus compañeros de reparto, además de ser quien más números musicales posee en pantalla.
Lo que sí sorprende en su guión sobrecargado de lugares predecibles es un giro final inesperado o una más bien escasa consideración con la que la directora traza a sus personajes, pese a querer que la benevolencia esté permanentemente de su parte. Patente queda que Feste es una gran conocedora de los entresijos del country world y que su diseño para el filme está más dirigido al conocedor de este género musical que al ocasional oyente del estilo. Claro queda también que Country strong es una canción decente aunque decepcionante cuyas máximas notas se representan en el rostro de los actores.