El cine dentro del cine
Scorsese, recrea un punto destacado de la historia del cine con un rodaje clásico en que se explaya con la ambientación, dando una fotografía en tono de época Technicolor que evoluciona sutilmente a lo largo de la proyección, transiciones de escena que practica con soltura y clase, y añadiendo planos de vuelo que para sí querría la mejor película bélica. De todo, lo que más pesa son los enfoques a los distintos caracteres de sus actores, donde cruza a algunas de las mujeres más influyentes de la vida de Hughes con las que recupera a Katharine Hepburn y Ava Gardner. El diseño de producción que tiene ese acabado descrito ayuda a que los personajes tengan toda la verosimilitud de la historia.
Globalmente, como antes se apuntaba, todo queda condicionado a su duración y al interés en dar prioridad a conflictos emocionales. El realizador se toma su tiempo, y a la hora de la verdad consigue la brillantez que Hughes habría pretendido en uno de sus rodajes. No encontrará la atención de parte del público, más interesada en movimientos de avión que en cómo ese personaje repleto de fuerza se acaba entregando a la que ganan sus obsesiones, que para su desgracia ha ido alimentando con su habitual habilidad y diligencia.
Parece que una recreación de locura sólo llega al respetable si alguien como Jack Nicholson es el que ejerce cómicamente de neurótico obsesivo en el curso de una comedia romántica de hora y media, en donde su amor pase por todas las fases necesarias del ‘te quiero y no te quiero’, o si el loco en cuestión se dedica a mutilar y repartir vísceras en el curso de un thriller de investigación de final tramposo. La biografía en tono de cine de los años 30, con un espléndido pulido en cada uno de sus aspectos, es lo que El Aviador trae haciendo que uno no pueda sino rendirse a los pies de un visionario valiente que asume tantos riesgos heroicos por sus ideas, humanizándose al acumular tanta fuerza como debilidad al mismo tiempo.
Pero en el balance, recuerda como merece el lugar que se había ganado en su momento, y que el cine al que tanto se dedicó le ha devuelto casi 30 años después de su muerte.