Hace algún tiempo, una publicación estadounidense hacía los honores a Los años perdidos de Merlín, primera de una serie de cinco novelas consagradas a la infancia y juventud del mítico mago Merlín por parte del escritor estadounidense Thomas A. Barron, con la siguiente recomendación: “¡Jóvenes fans de la magia! Ha llegado el momento de dejar a un lado a Harry Potter y apostar por el joven Merlín”.
Pues bien, ha llegado el momento efectivamente de que, al menos en la gran pantalla, la llamada Saga del Joven Merlín (editada en nuestro país por Timun Mas) sustituya a la creación de J.K. Rowling. Pero no porque esta última haya perdido el favor del público, sino porque, cuando el próximo 15 de julio se estrene Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Parte II, los adolescentes de todo el mundo quedarán huérfanos de magia y brujería, y la franquicia creada por Thomas Barron bien podría recoger el testigo de tal añoranza.
Es precisamente Warner, muy exitosa productora de la heptalogía Harry Potter, la que auspiciará también la Saga del Joven Merlín, convirtiendo para empezar los dos primeros títulos escritos por Barron, Los años perdidos de Merlín y Los siete cantares de Merlín, en una sola película de gran presupuesto que detallará la adopción del mago siendo un bebé por la misteriosa Branwen, su aprendizaje de las tradiciones sobrenaturales de celtas y druidas, su viaje a la isla encantada de Fincayra, y la obtención del preciado Elixir de Dagda.