Basada en la vida de uno de los narcotraficantes estadounidenses más famosos y precursores en el comercio de la cocaína, Blow es una buena película quizá excesivamente benevolente con los especuladores de estupefacientes.
Dan verdaderas ganas de meterse en el negocio.
Blow hace una nueva incursión en un mundo de las drogas del cual el cine se ha valido ya en muchas ocasiones. Abordado el tema frecuentemente desde el apartado destructivo a las personas, a esa vida de náusea a la que conduce a los sufridos yonkies, a sus familias,etc. esta vez se deja ese drama a un lado para centrarse en la parte beneficiada.
Iniciando el relato en la infancia de George Jung, se muestra a una familia liderada por una madre desquiciada y vanidosa que atormenta a su estoico padre por los problemas económicos que no consigue solucionar con su esfuerzo y honestidad. Tras esta eficaz enumeración de argumentos para una posterior búsqueda del dinero fácil, se marca un ritmo que crea interés y que no se desvanece en sus momentos de mayor tranquilidad, cuando la vida loca de nuestro protagonista empieza a degenerar y con más calma se aprecia la fragilidad de su gloria. Encontrando parte de sus virtudes en su reparto, donde Penelope Cruz finalmente muestra alguna virtud en su paseo jolibudiense y Jordi Mollá hace un debut bastante digno, resulta especialmente importante el papel protagonista de Johnny Depp que sigue invariablemente brillante: en su sitio de perla rebelde de la meca del cine, dando credibilidad con solvencia a cada uno de sus roles, en esta ocasión no defrauda por más que su imagen contribuya a esa aura de niño bueno de la que se beneficia tan ilustre narcotraficante.
Más allá del análisis del génesis de la cocaína, dejando de un lado el inevitable repertorio de traiciones sobre las que se cimenta ese descontrolado y falso mundo, lo más relevante quizá sea la interesante reflexión que plantea sobre un modo distinto de vivir la vida: rápido, acelerado y sin garantías, abocado a cuestionar que es lo que vale la pena, y que cosas son las verdaderamente importantes.