"¡Ahora en Tailandia!" no es mala por constituirse en simple remake de su predecesora. Sino por su negativa a hacer nada por dignificar una estrategia artística tan arriesgada.
En esta época de secuelas, nuevas versiones, precuelas y reboots, figuras que empiezan a solaparse con inesperados efectos creativos, a nadie debería indignarle en exceso que Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! delate desde sus primeros minutos ser, obviamente, una continuación de la muy exitosa (y recomendable) Resacón en Las Vegas; pero, también y con descaro, un remake de la misma.
Resacón en Las Vegas se centraba en la boda de Doug (Justin Bartha) y su accidentada despedida de soltero previa en la Ciudad del Juego en compañía de sus colegas Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms) y Alan (Zach Galifianakis). Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! se desarrolla como apunta su título en Bangkok, y quien se casa ahora es Stu; por lo demás, los cuatro amigos volverán a verse embarcados en una serie de siniestras peripecias que les permitirán desentrañar los sucesos acaecidos durante sus procelosas horas de parranda, que amenazan con arruinar no solo el matrimonio de Stu sino la respetabilidad de todos ellos.
La estructura de ambas películas es muy parecida, el prólogo y el epílogo idénticos, y la combinación formal y argumental de intriga y comedia funciona con similar eficacia. Pero, al no contar Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! con el efecto de la novedad y la sorpresa, al ser tan derivativa respecto de Resacón en Las Vegas, uno espera que la subversión esta vez surja precisamente del juego con nuestras expectativas, los caracteres de los personajes o el sentido del relato.
Desgraciadamente, no hay nada de eso en Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! Solo una repetición con plantilla del esquema consabido, las reacciones, la moraleja. Como consecuencia, un aburrimiento colosal se apodera del espectador, y apenas logran arrancársele unas cuantas sonrisas, casi siempre fruto de la química entre Ed Helms, Zach Galifianakis y Bradley Cooper o de la exacerbación de la brutalidad y hasta sordidez de las situaciones en que sus personajes se hallan inmersos.
Poco, muy poco, para una película que, insistimos, no es mala por constituirse en remake inconfeso de su predecesora, sino por no hacer nada para dignificar una estrategia artística tan arriesgada. Lo más sorprendente es constatar que los guionistas de Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! no son los de Resacón en Las Vegas, lo que hace pensar en un aplicado trabajo de copia y pega sobre texto ajeno que casi tiene mérito. Casi.