Transmite una historia adulta que carece de grandes ambiciones y quizás sea ese su mayor acierto.
Massy Tadjedin, la guionista de The jacket (2005), protagonizada por Adrien Brody y Keira Knightley, ha decidido pasarse a la dirección con un guión propio. Cuenta con la participación de la actriz que protagonizó la mencionada película quien, hoy por hoy, resulta útil convocando audiencias.
Sólo una noche es lo que debería ser cualquier debut de cualquier guionista en la realización cinematográfica. Demuestra manejar con soltura las situaciones que plantea, cuenta con un guión que funciona como perfecta pieza de engranajes sincronizados y ofrece unas interpretaciones que le otorgan la solidez necesaria a un relato de estas características.
Tadjedin no sólo hace atestiguar su buena condición de escritora, que lo es, sino que también manifiesta saber conducir una historia simple que en otras manos hubiera caído en un maniqueísmo gratuito. Sólo una noche es una historia contada una y mil veces sobre las opciones de la infidelidad dentro de un matrimonio y la posibilidad del surgimiento de dobles parejas.
Lejos de ofrecer un mundo de altos vuelos que distancien al espectador de lo acontecido en pantalla, Tadjedin disecciona la noche del título para conseguir unos personajes vivos. Las emociones y pasiones que viven estos son reconocibles por todos, haciendo que surja un pulso vibrante y empático que supone implicación por parte del espectador.
Siendo un texto que perfectamente podría ser el libreto de una obra teatral, la bienvenida realizadora consigue ensalzar su puesta en escena, además, con una poderosa baraja de ingredientes técnicos. Fotografia exquisita, elegante coreografia y una espléndida banda sonora hacen que Tadjedin transmita una historia adulta que carece de grandes ambiciones y quizás sea ese su mayor acierto.
El cuarteto protagonista tiene, además, un peso sobre sus espaldas al tratarse de un filme eminentemente de actores, siendo el dueto Knightley-Canet el vencedor sobre el binomio Mendes-Worthington. Sin embargo, hasta esta preeminencia parece estar perfectamente milimetrada dada la naturaleza de las circunstancias que aquí no procede desvelar. Sólo una noche es un filme pequeño, pero el buen cine no tiene por qué dar pasos de gigante en la innovación y demuestra que una trama sobradamente manida puede dar lugar a más de una buena idea.