La vida de Ana (Adriana Davidova) transcurre entre la peluquería en la que trabajaba, su hermano Alex (William Miller) y las drogas. Ana y Alex se quieren mucho, pero han puesto los límites de su relación en un lugar diferente al habitual y están perdidos, tristes, como abandonados. Ana camina por inercia.
Víctor (Javier Albalá) observa a Ana, la sigue día a día hasta que decide secuestrarla. Todos los síndromes posibles se desatan en este juego de poder, amor y obsesión.
“En una sociedad que vive para afuera, hemos querido hacer una película para adentro”, afirma Javier Albalá. Síndrome quiere mirar todo lo que hay detrás de cada raya de coca, de cada pastilla. Liberto Rabal, director y guionista novel, su primer largometraje, ha reunido a unos pocos y muy entregados actores para contar lo que pasa cuando nadie mira, cuando está la puerta cerrada. En sus propias palabras, “para hablar de esos temas secretos que tienen que ser contados”. Sus personajes están llevados al extremo, les pasan cosas que otros necesitarían varias vidas para conocer. Pero no por ello son menos interesantes, sino que permiten al espectador encontrar más lugares de identificación. Síndrome, en este sentido, es un riesgo. Puede resultar conmovedora, densa, extraña, excitante, nunca indiferente.
Realizada durante tres años, comenzó con un presupuesto de seis mil euros. La producción conjunta de Antonio Saura, Natacha Kucic y Jaime Elechiguerra ha conseguido multiplicar por cincuenta la cifra inicial y llevarla a la pantalla grande. Rodada cámara digital en mano por Liberto Rabal, su grano es denso, quema los colores hasta el límite, crea atmósferas nebulosas. Sensación de sueño para una realidad subjetiva. “Un baile de a tres: Víctor, Ana y Liberto”, así la describe Antonio Saura. La música sugerente y cálida de Arturo Iturbe (letra de cuatro canciones compuesta por Adriana Davidova) engancha con la historia.
Cine experimental dentro del panorama español, o, simplemente, arriesgado. Rodaban con mucha ilusión, pero sin saber si llegarían nunca a estrenar. Esa libertad les dio la pauta del riesgo.
Como curiosidad: Liberto Rabal y Adriana Davidova son pareja.