Con el relativamente reciente estreno de la ultima adaptación de su obra a cargo de P. J. Hogan aun en la memoria, resulta bastante curioso visionar el nuevo trabajo del director Marc Forster que, citando a otro clásico infantil como es la Alicia de Lewis Carroll, bien podría definirse como la mirada al otro lado del espejo. Si en la obra de Barrie se nos contaba la historia del niño que no quería crecer y en el que el mundo de fantasía se veía amenazado por la presencia del adulto, aburrido y lleno de compromisos mundo real, el film que nos ocupa, basado en la obra teatral de Allan Knee, muestra como el poder de la imaginación y los mundos de fantasía suponen la vía de escape a la felicidad para el dramaturgo James Matthew Barrie y los miembros de la familia Llewelyn, que servirán de inspiración y solaz al dramaturgo frente a lo rutinario y deprimente de su vida sentimental y profesional.
La película supone una nueva incursión en el drama para su director tras escalofriante experiencia que supuso Monster´s Ball, si bien en esta ocasión las asperezas mas hirientes del relato parecen haber sido pulidas o dulcificadas, como viene a demostrar la primera mitad del film centrada en las relaciones de Barrie tanto con su esposa Mary como con la citada familia Llewelyn. Es en esta parte cuando la cinta parece estar atrapada en una especie de quiero y no puedo ya que la interacción entre los personajes no llega a transmitir la emoción que pretende, en especial en lo relacionado con la vida conyugal (o mas bien la falta de ella) del protagonista, una trama que padece de un tratamiento demasiado liviano y amable para lo que de ella llega a intuirse entre líneas, pareciendo ser mas una poco inspirada visión de las miserias y contradicciones de la clase alta que un retrato acerca de la incomunicación e incompatibilidades de la pareja de tonos poco correctos.
Por suerte el impedimento desaparece en la segunda mitad al centrarse en el trabajo de Barrie para la representación de su obra y en su relación con Sylvia Llewelyn y sus hijos, lo que depara momentos tan trágicos como el enfado de Peter en el patio de la casa de verano tras una recaída de la enfermedad de su madre o tan emotivos como la representación organizada para una enferma Sylvia en el salón de su casa, secuencia esta donde Forster consigue integrar maravillosamente el mundo de la fantasía dentro de la realidad.
Es en dicha interacción entre lo real y lo imaginario donde reside otro de sus puntos fuertes. La combinación, lograda de forma natural y sin estridencias con los elementos fantásticos siendo perfectamente identificables como proyección de los personajes o hechos de la historia, complementa con naturalidad la interacción entre elementos del drama y la comedia que maneja el relato, ayudada por una notable labor de diseño de producción en las secuencias que plasman las fantasías de los personajes, especialmente en esa especie de lienzo de El Bosco que conforma la antes citada representación final de la obra. La clásica y atenta labor de puesta en escena llevada a cabo por el realizador supone la mejor baza para la perfecta unión de dos tipos de universos distintos que fácilmente podría haberse malogrado. Por su parte la labor del reparto resulta impecable en su conjunto aunque de el sobresalen por derecho propio una espléndida Kate Winslet (atentos a la escena junto a Peter cuando un ataque le impide ir al estreno de la obra) así como la notable labor de Freddie Highmore dando vida al pequeño Peter en secuencias tan conmovedoras como la que cierra el film. Una pena que el siempre solvente Dustin Hoffman (quien en su momento encanó a las ordenes de Spielberg al mismísimo capitán Garfio ¿casualidad?) apenas tenga tiempo para una demostración de su buen saber hacer en las escasas secuencias que cuentan con su participación.
Descubriendo Nunca Jamás supone pues un amable y conmovedor retrato acerca del poder de la fantasía y la necesidad de la imaginación en el mundo real que sintoniza, si no en forma si en tono, con la celebre obra cuya génesis relata el film y con cuya última adaptación cinematográfica supondría un espléndido programa doble.
