El amor de Tony es uno de esos productos pequeños, hecho con sencillez y con mimo.
Alix Delaporte se estrena como directora y guionista con este drama en el que concurren dos actores de rostro desconocido que dan vida a Angèle y Tony, los dos nombres que dan título original a esta pieza, aquí traducida como El amor de Tony. Se trata de un debut firme, pausado y bien narrado que juega con la casuística de las relaciones humanas.
Su argumento ya es una declaración de intenciones: Angèle acaba de salir de prisión por haberse visto envuelta en el accidente que sufrió su marido, causándole la muerte. Pretende rehacer su vida centrándose esencialmente en su hijo y salvaguardando su libertad condicional. El otro personaje es Tony, un rudo pescador que vive con su madre desde que su padre falleció. Ambos se encontrarán mediante un anuncio de contactos y, pese a que sus primeros pasos no resultan demasiado afortunados, sus ganas de compartir la vida harán que ambos limen sus diferencias.
Partiendo de una trama ya de por sí conmovedora, el logro de la realizadora novel es centrar la atención en estos dos personajes solitarios de manera sublimada. El espectador vive sus desaventuras como si las estuviera presenciando en su viva carne. Tanto ella como él arrastran el peso de un cadáver a sus espaldas así como la carga de la soledad.
La relación que se establece entre ellos, lejos de tirar del recurso lacrimógeno, se forma con sutileza e inteligencia, vertebrando una sencilla historia de amores difíciles que consigue conectar. Delaporte, además, articula una narrativa a dos tiempos –el de él y el de ella- que permite conocer cómo evolucionan, haciendo que su vínculo progresivamente vaya adquiriendo mientras introduce otros personajes.
El amor de Tony es uno de esos productos pequeños, hecho con sencillez y con mimo, que cuenta con sólidas interpretaciones y con un enclave privilegiado –un pequeño pueblo de Normandía- y con eso le es suficiente para ser una pieza empática. No pasará a los anales y seguramente no alcance una gran audiencia pero Delaporte se basta y se sobra para demostrar que es una realizadora que merecerá ser tenieda en cuenta en un futuro.