Difícilmente podían reunirse más talentos para la comedia en un mismo film. La segunda parte de Los padres de ella ha permitido repetir la química entre Ben Stiller y Robert de Niro, pero además nos ha recuperado al Dustin Hoffman de la comedia y a una sensual Barbara Streisand. La comparación entre secuelas son inevitables, y aunque la mayor parte del público comenta a la salida que la primera parte fue mejor, Meet the Fockers no tiene nada que envidiar a Meet the Parents.
Todo empezó en 1992, cuando una pareja de desconocidos Greg Glienna y Mary Ruth Clarke escribieron la primera versión de Los padres de ella, una película de bajo presupuesto y 75 minutos que no reventó taquillas pero sí mandíbulas batientes. Universal se fijó en ella para hacer un lanzamiento con mayúsculas y produjo un remake que triunfó en audiencias de todas las edades y países.
Como responsables de personajes, Glienna y Ruth Clarke formaron parte del equipo de guionistas de la versión de 2000 y ahora los han retomado con Los padres de él. Junto a ellos, Marc Imán, James Herzfeld y John Hamburg han escrito un guión que con vulgaridades incluidas ha permitido brillar a las estrellas De Niro y compañía. Jay Roach, el realizador, puede darse con un canto en los dientes. Después de dirigir a Mike Myers en las tres entregas de Austin Powers, de nuevo encuentra su nombre ligado a la realización de una serie de éxito.
Lo más importante de Meet the Fockers es que tiene entidad propia. Los padres de ella subrayaba la desgracia que supone a un hombre tener que agradar por bemoles y formar parte de la familia de su novia. Los padres de Él habla del encontronazo entre las familias políticas, cada una en extremo de la sociedad, para poco a poco dibujar un punto de encuentro. Mientras que en la primera, la vis cómica se centraba en la relación suegro yerno, aquí con la llegada de los estrafalarios Bernie Focker (Dustin Hoffman) y Roz Focker (Barbara Streisand) las relaciones y oportunidades de gag se disparan. Al margen de un excesivo calco de estructura y un final tópico y facilón, esta segunda entrega es de las que valen la pena.