Una de las mayores virtudes de la cinta es que no se entrega a la sal gorda, sino que sabe conseguir el tono apropiado.
De la asociación de los británicos Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost han surgido hasta la fecha productos tan refrescantes como la serie televisiva de la BBC Spaced (1999-2001), así como películas de visionado más que recomendable –aunque sus títulos españoles dejen mucho que desear– como Zombies party (Shaun of the dead, 2004) y Arma fatal (Hot fuzz, 2007).
Da buena fe de que estos tres nombres han llamado la atención del público norteamericano –así como de de algunos de los más destacados profesionales de su cine– el hecho de que ahora se multiplican los proyectos donde toman parte en suelo yanqui. Si Quentin Tarantino y Robert Rodríguez ya contaron con ellos en 2007 para realizar uno de los falsos tráiler de Grindhouse (Don’t), en la actualidad el trío se encuentra embarcado junto a Steven Spielberg y Peter Jackson en la primera de las películas de Tintín, El secreto del unicornio. Entre medias Edgar Wright pudo dirigir, sin sus dos compinches, la impactante obra de culto Scott Pilgrim contra el mundo (2010) y rechazó responsabilizarse de la próxima entrega de Misión imposible.
Por su parte, Simon Pegg y Nick Frost han elaborado el guión de la cinta que aquí nos ocupa, dirigida por un Greg Mottola que ha entregado dos trabajos tan distintos entre sí como Supersalidos y Adventureland. Tratándose de un realizador surgido del círculo de Judd Apatow, existía el riesgo de que el espíritu bruto y gamberro de obras de Apatow como Virgen a los 40 o Lío embarazoso acabara por sepultar las buenas intenciones de los guionistas del filme. Por suerte, eso no ha sucedido.
Paul nos presenta a dos frikis –los propios Pegg y Frost– aficionados a la ciencia ficción en cuyo camino se cruzará un alienígena fugado de unas instalaciones gubernamentales secretas norteamericanas. Los dos protagonistas deberán ayudar al extraterrestre a llegar hasta su nave espacial, tratando de evitar a los agentes secretos que quieren dar caza al ser venido de otro planeta. Por el camino esta especie de road movie nos muestra los encuentros de los personajes con algunos secundarios bastante peculiares que irán añadiendo matices a la historia, a la vez que se ponen en contraste algunas chocantes diferencias culturales entre Estados Unidos y el Reino Unido.
Como señalábamos –y pese a lo que apuntaba el tráiler–, una de las mayores virtudes de la cinta es que no se entrega a la sal gorda, sino que sabe conseguir el tono apropiado, lo suficientemente cómico para provocar la risa pero sin perder de vista la coherencia y la relativa seriedad de lo narrado. Tampoco faltan los toques escatológicos y los chistes más bastos, pero la trama no gira exclusivamente en torno a ellos.
Además, el guión insiste en el gusto de sus dos guionistas y actores principales por la revisitación cómica de géneros: tras los zombis y las buddy movies parodiadas en los respectivos títulos que apuntábamos en el primer párrafo, llega el turno de realizar un homenaje a las cintas fantásticas de los años 80. Abundan los guiños más o menos disimulados a obras como E.T., el extraterrestre, Expediente X, Alien, Star Trek y Star Wars (impagable la banda country versionando la música de la banda de la cantina), que pueden ser apreciados por el público general, pero también por aquellos espectadores que compartan los gustos que tienen los protagonistas por la cultura popular. Resulta refrescante, en ese sentido, ver cómo se juega con las expectativas de lo que creemos que va a suceder, ofreciendo una mirada metalingüística apta para todo el mundo.
Con un guión ágil, atractivo y divertido, y gracias principalmente a dos buenos actores perfectamente compenetrados, nos hallamos ante un estreno perfectamente recomendable para estas fechas estivales. Quizá lo único a criticar negativamente sea la presencia de Santi Millán poniendo voz al alienígena (Seth Rogen lo hace en el original), que continúa una molesta tradición que parece haberse instaurado en tiempos recientes en algunas distribuidoras de nuestro país, la de contar con un actor mediático o graciosete en papeles similares.