Otro refrito más de fórmulas hastiadas.
Algo debe estar sucediendo en la carrera de Hilary Swank. Desde que ganara dos Oscar, su trayectoria se ha inclinado por la elección de producciones de bajo presupuesto que, para colmo de males son –digámoslo sin contemplaciones- simplemente malas. Bien porque a Swank ya no le ofrezcan papeles decentes que interpretar, bien porque la actriz se haya vuelto perezosa y prefiera intervenir en películas alimenticias de poca preocupación, La víctima perfecta es otro ejemplo de que la actriz está acumulando concursos en débiles piezas de género ecléctico como La cosecha o Posdata: te quiero.
En este caso, estamos delante de un guión que cruza varias cintas de mayor o menor resonancia de allá por los años noventa. El planteamiento del vecino acosador ya lo habíamos podido saborear en Sliver (Acosada) donde Sharon Stone era la víctima perfecta. También podemos citar aquel thriller enfermizo de Barbet Schroeder llamado Mujer blanca soltera busca… que, aunque basado en los clichés prototípicos, sabía sacarle jugo al carisma de sus actrices y a ciertas secuencias que lograban una atmósfera tensionada. Por supuesto, las referencias que podríamos citar son inabarcables para este texto.
La víctima perfecta no es sino otro refrito más de fórmulas hastiadas por la propia repetición sin que haya ningún componente innovador que dignifique su propuesta. Y, atención a los nostálgicos, el filme es un producto de la mítica factoría Hammer, que deja su impronta en el producto con la inclusión de Christopher Lee en el reparto. Swank y Jeffrey Dean Morgan, excelente actor que conmovió a medio mundo en el serial televisivo Anatomía de Grey y demostró al otro medio su versatilidad en Watchmen, son los protagonistas del entuerto psicótico que ni siquiera son capaces de defender con dignidad. Lo demás es de sobras por todos conocido.
Una joven cirujana que, por supuesto, está en un momento delicado de su vida debido a una ruptura sentimental se muda a un apartamento sospechosamente barato. Su propietario es un apuesto y aparentemente sensible hombre de mediana edad que cortejará a la protagonista y la volverá el centro de todas sus obsesiones. Empezará a asediarla día y noche, a espiarla, a drogarla y algunas cosas más que aquí no pretendemos desvelar hasta el consabido desenlace final. ¿Alguno de ustedes no se lo imagina?
Pero el problema de esta cinta no acaba ahí. No sólo su trama es un cúmulo de déjà vus y sus actores demuestran estar de cuerpo presente para cobrar un cheque por un trabajo liviano sino que la mayoría de sus diálogos y líneas argumentales rozan el ridículo. No hay rastro de credibilidad en las situaciones, sus hilos narrativos ni siquiera se esfuerzan en relatar decentemente la historia y la peripecia cobra mayor sinsentido y deja mayores agujeros negros en el camino a medida que su metraje avanza. La víctima dista de ser perfecta para caer en el puro desastre, y disculpen el chiste fácil.