David vive con su madre y su abuelo, pero un día decide probar la convivencia con su novia, Clara. A los pocos meses de iniciar esta nueva y feliz etapa de su vida, David fallece en un accidente de tráfico. La desolación se adueña tanto de la madre como de Clara, que se unirán para tratar de superar la pérdida.
Para olvidar, directamente. El dramón familiar planteado por Patricia Ferreira en su cuarto largometraje, es una tópica historia sobre la pérdida de un ser querido,y la manera de afrontarla y superarla para llegar a amar la vida más que nunca. Pero para hacer buen cine con esta trama, son necesarios unos personajes y una situaciones que se salgan de la realidad cotidiana. Y si mantenemos esta realidad, hay que aportar elementos narrativos (estructura dramática no lineal, por ejemplo) o de puesta en escena interesantes, innovadores, capaces de expresar sentimientos de forma sutil, artística.
Aquí los personajes y trama resultan tan anodinos y tan de “reality- show” que parece más bien un melodrama barato hecho para televisión. El cine no puede perder ese componente que llevara un día a Canudo a denominarlo “séptimo arte”.
No obstante, sí hay elementos positivos en la película: la fotografía y las interpretaciones de Marta Etura y Fernán Gómez, magistrales, cosa que no puede decirse del resto de actores. Hasta los que hacen de ciegos parecen tener vista de lince.
Especialmente lamentable la interpretación dramática del hijo que muere, Roger Coma, que tiene dicción de auténtico “cuentacuentos”. La trama paralela al dramón es una crítica al franquismo. Está tan fuera de lugar y tan metido “a capón” en la narración, que deja al espectador indiferente, y al historiador imparcial preocupado por el sesgo que deja entrever la directora. Otra vez las dos Españas...
En el film se hacen varios guiños (secuencias idénticas) a dramas de nivel: Interiores, Azul y La habitación del hijo. Preguntando a la directora el por qué de este homenaje, contestó no haberse dado cuenta de ello (¿?).
El tema musical central es el aria “E lucevan le stelle”. Según la directora, elegido porque es un tema vitalista que evoca las ganas de vivir. Sí, pero no... quien conozca “Tosca” sabrá por qué. Hay que mantener una mínima coherencia al mezclar óperas tan conocidas y cine.
Un consejo: Ver La habitación del hijo de N. Moretti, para disfrutar de una auténtica obra de arte sobre un drama familiar.